Un Maracucho y el Museo de Jack El Destripador

in #spanish7 years ago (edited)

Hola mis queridos viajeros de Stemmit. En esta oportunidad les relataré mi paso por la ciudad de Londres, la cual, como viajera, no tenía muchas expectativas de este lugar, y menos, en invierno, pues me considero ser una turista de estancias que proporcionen aventuras, dinamismo y emociones. Pues, a pesar de algunos altibajos, me equivoqué. Encontrarme a un marabino vestido de verdugo fue una experiencia divertida y emotiva.

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Puente de Londres (London Bridge) sobre el río Támesis

A 3 grados caminando por las calles de Londres, nos topamos con unos paisanos continentales de Colombia, quienes nos comentaban sobre su osada estadía residencial en un país, o en una sociedad tan distinta a los que vivimos en el Caribe, iniciando por internalizar rápidamente la distinción londinense para cruzar la calle, ya que volteaban la cabeza hacia el lado contrario de las vías para fijarse si venía algún carro.

Los mercados de pulgas eran y son mis lugares predilectos para curiosear sobre los gustos y tradiciones de los sitios que visito. Como en la mayoría de los países o sociedades, la diferencia entre una clase social y otra se evidencian en la medida en que se come, se visita, se conversa con los lugareños Mientras miraba un corotico, escuché a lo lejos mi ópera favorita en una voz de mujer. Activé mi oído, como un perro activa su hocico para buscar un hueso, con el fin de encontrar de dónde salía tan magistral voz. Cuando la hallé, se trataba de una mujer con senda barriga de 8 meses de gestación cantando “Nessun Dorma” en pleno pasillo del mercado para recibir lo que pudiésemos darle los comensales de aquel bullicioso espacio comercial. Me conmocioné bárbaramente. ¡Vaya mujer!

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Mercado de Greenwich Clocktower

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Mujer embarazada cantando Nessun Dorma en un mercado popular

En Londres quise conocer el barrio donde se grabó una de mis películas domingueras favoritas romanticonas “Un lugar llamado Nothing Hill”; sí, le tengo muchos calificativos a la película, lo sé, pero no soy mucho de este tipo de género, creo que la vi en un bajón emocional de algún momento de mi vida jajajajaja, en fin; quería conocer este lugar para hacer de mi paso por la ciudad de la “nobleza” un poco más noble, ya que el cielo siempre gris y la lluvia que no paraba de caer, poco a poco me iba afectando mi estado de ánimo, a no ser de algún encuentro con algún latino que me hablara con el tono “merengoso” que nos caracteriza.

Luego de pasearnos por el palacio de Buckingham, el London Bridge, impresionarnos con la puntualidad del transporte no tan “público” y vacilarnos las famosas cabinas telefónicas, las cuales, hoy en día reviven como pequeños locales de negocios, decidimos incluir en nuestro itinerario un poco de suspenso e ir al famoso Museo de Jack El Destripador. Una excelente opción para visitar por su estética al recrear los modos de vida, las calles y todo el cuento sobre las investigaciones de este asesino en serie.

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Monumento a la Reina Victoria

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Saliendo de una cabina telefónica londinense

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En algún Bus de Londres

Un Maracucho y el Museo de Jack El Destripador

Todos y cada uno los que laboran en el museo se encargan, y muy bien, de hacer vivencial la época, los métodos de tortura (aunque no nos lo aplicaban) pero bastaba pasar por algún pasillo medio alumbrado con una fogata para que de pronto ¡¡¡BUUUUUUUAAAAAAAAA!!!, saliera algún verdugo a pegarte cuatro gritos. La cuestión es, que al adentrarte al museo haces el papel de un esclavo, de bruja pecaminosa (en mi caso) o algún loco inventor de métodos de liberación mental y espiritual, y es así, como vives el suspenso. A medida que caminaba y vislumbraba a una persona, resulta que al pasar por un lado, eran muñecos de cera, pero en otros casos, ¡NO!, y entonces, creyendo que eran de cera, los bichos te pegaban el grito en la oreja y el corazón se me venía a la garganta para luego estallar de risa.

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Seguimos en el museo. Nos separan por grupos. Recuerdo que quedamos 8 personas, y entre los turistas iban brasileros y nosotros, dos venezolanos. Dentro del recinto, nos hacen montar en una especie de canoa para navegar por los suburbios canales de inframundo, estaba muy oscuro todo. Al final de un túnel se podía percibir una luz muy tenue que indicaba que ya estamos llegando; mi corazón comienza a latir rápidamente y las mariposas en la barriga se vuelven a alborotar. Cuando llegamos había ¿un hombre? O ¿un muñeco? –me preguntaba- ya que estaba inmóvil como todos los que he dejado atrás. Comenzábamos a bajar de la embarcación, yo no le quitaba los ojos de encima al hombre-muñeco… aún seguía tan inmóvil proporcional a mi corazón en movimiento. Cuando finalmente me tocó bajar, justo en ese momento, el HOMBREEEE me pega otro grito más. Debí haber estado muy cargada de suspenso que estallé, exploté de la manera más criolla y venezolana que sé, mentándole su pobre madre mirándole con desespero a los ojos. Lo que jamás esperé, es que inmediatamente el hombre me pela los ojos y me abraza diciéndome “verrrgacióoooon, eres una venezolanaaaaa”, olvidándose por completo de su investidura de verdugo, y yo, aún con las mariposas en vuelo, le abrazo, le sonrío y nos despedimos muy cariñosamente par de venezolanos dentro de los canales oscuros de un museo que cuenta la historia de Jack El Destripador, en Londres.

A partir de entonces, no sentí más miedo, a todo aquel que me asustara, me desquitaba con una mentadita a su madre sonriente, aún sin entenderme, en muchos casos, y con las mariposas revoloteadas, pero esta vez, en mis labios.

STOMP

En muchas oportunidades me perdí la gran ocasión de presenciar los espectáculos de estos monstruos de percusión y baile que generan música con CUALQUIER COSA que suene, ya que cuando se presentaban en Caracas, yo estaba en alguna otra provincia lejana a la capital, y mis recursos de estudiante universitaria, no me permitían tal lujo. Pues, paseando por la calle de los teatros, quedamos impregnados de tantas opciones y el alcance para obtener los tickets de entrada es de primera porque los puedes adquirir en cualquier kiosko de venta de periódico de manera organizada y segura. Así fue como, finalmente, pude ver a STOMP. Extremadamente buenas sus interpretaciones, y la creatividad para desarrollar música a punta de sonidos originados en objetos cotidianos, los hacen ser magistrales.

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Mi paso por Londres fue relativamente corto. Muy caro el turismo, pero sin embargo, se pueden apreciar algunos monumentos y disfrutar de eventos y museos que hacen de la visita, inolvidable, sobretodo y gracias, a un maracucho vestido de verdugo en un museo de Londres.

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Todas las imàgenes fueron tomadas por mi compañero de viajes con una cámara de marca Kodak

Pueden seguir mis rutas por Instagram @viajeradelr

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Que historia tan buena, no me imagino el susto que pasaste y al mismo tiempo la emoción de encontrar un Maracucho en Londres, realmente mágico, Felicitaciones.