Despierto, siento que lo hago ¿aún estoy en un sueño?, siento una pesadez en mi cuerpo, esa que no tiene razón alguna pero le sientes en lo profundo del alma ¿acaso las almas en penas llaman a esto cadenas?; mis ojos se acostumbran a la luz en donde solo veo paredes blancas, mientras el sonido de un aparato me enloquece con su insistencia y deja escuchar en la lejanía personas gritar e identifico tal vez el sonido de una ambulancia.

No logro entender que pasa y la razón de que mi cuerpo no responda, sigue adormecido como mi mente la cual se niega a mostrarme las escenas anteriores, los sucesos que me llevaron a estar aquí postrada. Mis labios ruegan que suelte algunas palabras pero mis cuerdas vocales desobedientes y rebeldes se niegan a seguir ordenes; duele mi cabeza y mi pecho se estremece, me arde constantemente pero no me da señales de un síntoma físico, quizás mi pecho manda una señal anunciándome que algo malo ha pasado, arde, mi alma arde.

Aturdida y desorientada siguen pasando las horas, lo noto en el reloj que hay en la pared, ese que amenaza con el seguir del tiempo y me recuerda que no se detiene por mí, ¿Qué ha pasado? No lo sé. Escenas vienen a mí, borrosas e intangibles.

Manu y yo, esa escena golpea mi mente y provoca dolor de cabeza, adormece mis manos y acelera mi corazón; estábamos celebrando haber acabado la universidad ¿estoy aquí por una borrachera? grito y sigo gritando como cuando escapas de la muerte pero nada sale de mi boca, no fue una borrachera, sé que algo paso.

Recuerdo saltamos la cerca de la casa de los muertos, así la bautizamos Manu y yo cuando nos conocimos y descubrimos que los dos sentíamos curiosidad por aquel lugar inmenso y abandonado, a mí me atraía por su arquitectura en cambio él cuestionaba los asesinatos que hubiesen cometido allí. Mis ojos arden y el sabor llega a mi boca, estoy llorando puedo notarlo, mi cerebro esta calmado, adormecido pero no consigo obtener resultado para mi espíritu.

Su risa invade mi mente, cálida y persistente. Su voz atormenta mis sentidos mientras sostiene la botella “Mi querida hoy sabremos el secreto de la casa de los muertos” risas y chistes malos llenaban el lugar, con la gracia de cada palabra que salía de su boca era música.

Si no sabes esto me decepcionas como amiga, avergüenzas la educación de este país, eso había dicho y eso rondaba por mi mente ¿Cómo llegue aquí? ¿Dónde estás Manu? Aun no puedo moverme y lo poco que logro ver es aparatos que con su cantar me están matando.

Mi punto de vista no le agrado o es lo que mi mente muestra. Estoy sumergida en llanto y siento mis parpados hinchados, aun no viene a verme nadie y la incertidumbre me somete lentamente. Manu sostiene un cuchillo y no entiendo de donde lo ha sacado. Lágrimas y sudor, duele y me duele mucho, mi cabeza va a explotar, logro gritar y esta vez el sonido si abandona mi boca, no paro hasta que la escena final arremete contra mi cuerpo.

No es Manu, soy yo sosteniendo un cuchillo y todo está lleno de sangre, ya no veo la cara de Manu, solo veo rojo. Lo único que logro recitar mientras las lágrimas descienden y entra un policía.