Carnaval Especial: La primera semana Cisnense
Puerto Cisnes es un puerto muy pequeño y perdido en el sur de Chile. Se sitúa entre islas y montañas en la poca tierra que queda luego de derribar los quilantos y árboles y limpiar bajo la lluvia eterna. Cuando estuve por allá (década del 80) la población era un poco más de 1000 habitantes de los cuáles los nacidos allí eran un tercio aproximadamente. Era pueblo de inmigrantes. En los tiempos de los que hablo tenían una anciana alcaldesa italiana, extravagante, inquieta, aficionada a predecir el futuro con los astros y arbitraria pero bondadosa.
Como los ciudadanos más influyentes provenían de muchas partes con tradición, pensaron que sería bueno tener una semana dedicada al pueblo. Una semana cisnense. Sin embargo nunca estuvo muy claro por qué debía celebrarse en la segunda semana de Febrero. Tal vez porque se asomaban algunos tímidos turistas o porque era pleno verano, o porque todos los carnavales se realizaban más o menos por esa fecha. La verdad era que en ese mes dejaba de llover unos días ya que el resto del año caía 4.000 mm. de agua en ese acuoso suelo.
Trataban de fijar una temática para que compitieran los cuatro clubes existentes (Cisnes, Fénix, Colo-Colo, Nuevo Reino)y se nombrara un campeón cuyo premio tampoco estaba definido. De todas formas se sometían al trabajo que surgía de la competencia con pasión, y era lejos la actividad que más gente convocaba.
Se lograron hazañas difíciles de creer como cuando adornaron con luces una lancha y el barco que llegaba cada quincena se negó a entrar al muelle, el capitán confundió las alegóricas luces con “El Caleuche”, una mítica nave que se supone cargada de brujos. El año anterior decidieron declarar campeón al club que juntara más dinero, con propósitos altruistas pero sin una enumeración de los beneficios para la comunidad, sólo la mayor cantidad posible y luego se decidiría su destino. Significó una guerra frenética de presentar depósitos bancarios y moneda en efectivo que incluso llevó a la alcaldesa a colocar parte de los fondos municipales. La dificultad para deshacer los enredos los tenía apesadumbrados, puesto que sus efectos aún permanecían y faltaban años para normalizar la situación financiera.
Para el año que relato decidieron premiar al club que hiciera los mejores trabajos voluntarios, acompañados de competencias que se sentaron a idear. Así, los piquetes de trabajadores de todos los clubes se concentraban en cortar pasto, que crece por minutos, hacer alcantarillas, trazar senderos y pavimentos de piedra, y los demás se agrupaban donde se estuviera celebrando una competencia. La alcaldesa miraba ufana, brazos en jarras, con una sonrisa que escondía sus ojillos y daban paso a su gran nariz de condottiero. Todo caminaba y se olvidaban los avatares de los dineros perdidos el año anterior.
Entre las competencias hubo un desafío muy peculiar. Se conminó a un grupo de carabineras, de visita en el pueblo, a competir el tiro de cuerda con un grupo de pobladoras. Las policías eran altas para el promedio cisnense, y eran las probables triunfadoras ante un grupo de pequeñas y robustas amas de casa. No tomaron en cuenta que estas últimas eran mujeres que manejaban el hacha y remaban diariamente además de hacer mucho pan cuyo amasado diario les había creado unos antebrazos formidables. Finalmente las chicas uniformadas fueron arrastradas con una violencia sorprendente. Dejaron grandes huellas de sus tacones que araron el suelo. La dirigencia quiso extender el desafío a los policías varones y otros conspicuos del pueblo que aún festinaban el encuentro entre risas y burlas, pero desaparecieron abruptamente en silencio.
La competencia de natación de perros se hacía por primera vez, y no permitía un posible pronóstico. Los perros en el sur por lo general “trabajan” con sus dueños junto a los rebaños de ovejas y se estaban presentando canes conocedores de muchos códigos que compartían con sus amos. En medio de las inscripciones en la playa, se vio venir a “Brush”, pastor alemán ganador de un concurso nacional de estructura y del triple de tamaño de sus competidores. Sus patrones eran expertos criadores que lo manejaban con órdenes cortas y precisas. Subieron a un bote, no sin problemas, que los llevó a 50 metros lejos de la playa. Una vez allí las señales de los dueños para que saltaran al agua fueron inútiles, con excepción de “Brush” que se dio un chapuzón perfecto y empezó a nadar. Los demás tuvieron que ser arrojados. La multitud en la playa, en silencio observaba los esforzados y erráticos pataleos hasta que sonó un silbato por parte de los dueños del pastor alemán, entonces preguntaron:"¿Se les puede llamar?”. “Obvio” dijo lacónico el juez.
Acto seguido se inició una batahola de gritos que espantó a las aves en varios kilómetros a la redonda. Uno de los canes se asustó con la gritadera y viró hacia el muelle que le debe haber parecido más cercano y los otros tres iban en franca competición. Casi al llegar “Brush” que llevaba la delantera con facilidad se detuvo, esperó que “Conejo”, su agotado compañero, saliera a la arena y luego salió él, satisfecho de que su amigo llegara ileso. Los dueños pensaron que dejar correr por la playa a ese majestuoso ejemplar con la jauría variopinta del pueblo le había cambiado sus directrices. Fue el más noble segundo lugar de la semana.
Las competencias y concursos se sucedían sumando puntajes para cada club y que eran revisados por jueces serios y de ceño fruncido. La carrera de señoras llevando a sus maridos en carretilla, el cambio de ropa propia por otra a granel contra el tiempo, el partido de “palín” o chueca, el corte de un tronco a hacha por niñas, trepar el palo ensebado y los partidos en zancos persiguiendo un balón de madera.
Otra cosa fue la elección del mejor espectáculo en el mar, que se haría de noche para apreciar la creatividad con las luces. Tres clubes trabajaban ardorosamente en recintos muy cerrados con los mejores cerebros del pueblo. La lucha de clases intestina hasta el momento se estaba revelando paulatinamente. Eran necesarios recursos para comprar elementos de adorno y ésos estaban en su mayoría en el Club Cisnes, de la mayoritaria y acomodada ribera Norte. En la Ribera Sur del río Nuevo Reino, en el Club Colo-Colo se veían moverse con palos y algunos fuegos artificiales y en el Fénix no se veía movimiento y caminaban sigilosos y apresurados.
Cuando se dio la partida luego de la puesta de sol sobre la isla Magadalena, la misteriosa comitiva del club Cisnes empezó su muestra, la policía había facilitado su lancha lo que revelaba el buen lobby del club, y luego enfiló a unos quinientos metros de la costa siguiendo una ruta paralela a ella, y sobre su cubierta iluminada se alcanzaba a ver un pez de gran tamaño rodeado de personas, luego tronaron los fuegos artificiales incluyendo unos disparos al aire con balas trazadoras, cortesía del jefe del destacamento militar, otro que prestaba su presencia ante la poderosa influencia del club deportivo.** Una vez terminada la muestra hizo su aparición una serie de botes atados unos a otros que serpenteaban cerca de la orilla con fogatas en su interior a la manera de los Kawashkar . Fue sobrecogedor. Simple y espectacular. Era el Club Fénix.**
Una vez terminada la muestra hizo su aparición una serie de botes atados unos a otros que serpenteaban cerca de la orilla con fogatas en su interior a la manera de los Kawashkar (dibujo propio)
Luego de la pobre presentación del otro club que presentó tres petardos sobre una balsa, los jueces discutieron el puntaje rodeados de un grupo ansioso del club Cisnes. Se proclamaría ganador al Club Fénix, autor de la caravana de botes, debido a que la presentación del Cisnes se había hecho a mucha distancia y no se apreciaron los disfraces, la labor artesanal y los cánticos. Las discusiones y protestas estaban ya acompañadas de amenazas a esas alturas.”Hicimos el mejor trabajo, nos demoramos una semana”, “No lo mostraron bien, se fueron muy lejos”, “Íbamos disfrazados todos y cantando”,”No se notó a esa distancia, la serie de botes en forma simple los superaron”. “Les va a pesar esta decisión” fueron las últimas palabras del Club Cisnes que se alejaron mostrando en sus caras deseos de venganza.
Se proclamó campeón de la Semana Cisnense al Club Cisnes. Eran poderosos e influyentes y habían ganado siempre por lo demás. El enrevesado reglamento no lo entendió nadie y el puntaje final fue publicado varias veces con distintas versiones. En la fiesta final se dividieron en dos grandes grupos a comentar hasta el infinito el duelo en el mar. La alcaldesa, fugitiva de la guerra, cátara, divorciada con escándalo y amiga de Pinochet no se inquietó en absoluto.
Sabía que las discusiones seguirían alrededor del mate diario y que el tiempo lo curaría todo, al menos hasta el siguiente año. Por lo demás estaba satisfecha, ella era del Club Fénix.
Alcaldesa de puerto Cisnes (dibujo propio)
Tremendo artículo, las ilustraciones son una pasada.
Gracias, Sancho. para quien empieza en Steemit es edificante escuchar voces de ánimo.