Etiquetas.
Las personas somos productos de una tienda gigante llamada Tierra: Clasificados por etiquetas, cada quien tiene un valor en específico y cualquiera puede ser desechado. Si uno de los productos no se ve bien, es inmediatamente rechazado por el público (que vendría siendo la sociedad). Es imposible quitarse aquellas etiquetas que te ponen con una máquina pues, una vez puestas, se quedarán contigo y te perseguirán para toda la vida sin tener la oportunidad de demostrar tu verdadera calidad oculta detrás. Al verse rechazado por los demás, el producto creerá que es malo, cuando en realidad sólo observan su apariencia puesto que prefieren ir hacia el camino fácil y juzgarle a primera vista que detenerse un momento para probar la calidad del mismo. Quizá llegue el día en el que alguna persona, guiado o guiada por la curiosidad, quiera probar aquello que nadie más quiso para comprobar su calidad; así mismo, ese día podría nunca llegar, por lo que es importante que éste sepa valorarse a sí mismo o a sí misma por lo que es y así, lograr que los demás descubran su verdadero valor y pueda hacerlo brillar.