Creciendo entre sueños y tristezas (parte 1)
-Bajo flores de cerezo, Usuma Keita descansaba. Los días pasan lentamente, y el esperado regreso a clases se hace cada vez más lejano. Sin compañía, sin hermanos, sin amigos, Keita va y viene sin tener nada en que pensar.
“¿vas a algún sitio?”, le dice su padre.
Él se limita a decir: “Sí, a ninguno”. La soledad lo convirtió en una persona irónica, callada y completamente inentendible. Al caminar sin rumbo entre las calles vacías de Tokio, alza su fría mirada y ve la luz de un carro. Se detiene y el conductor baja la ventanilla; le pregunta el paradero de un hotel.
“cruce hacia la derecha en esta calle, luego al final hacia la izquierda”, dijo Keita.
“¡muchas gracias!”, salió una voz dentro del auto.
Keita no alcanzó a ver a la persona que le agradeció, pero tampoco le importaba. Siguió caminando, pensando si sería importante que hubiese conocido a esa persona. Luego de una hora llegó a una conclusión, ya que él nunca había tenido amigos, y nadie se había preocupado por él y no lo tomaban en cuenta, pensó que esa persona era hipócrita. “Pues me vale si no quiso mostrar su cara, total, ni siquiera le importo. No me importa”, dijo dentro de sí.
La frustración de no tener compañía lo tiene distraído. Al llegar a su casa, su padre y su madre (Usuma Shoumaru y Usuma Roushima) lo llaman: “Keita necesitamos hablar”. Están preocupados por él, su comportamiento aislado no les gusta, ya que antes era una persona muy expresiva y que no se reprimía.
“No tengo ánimos para hablar ahora mismo,- dice Keita cabizbajo- necesito descansar”.
“¿Pero Keita que te pasa hijo?-su madre- tú no eres así, déjanos ayudarte”
Se acerca el fin de las vacaciones de verano, y Keita no viajó para ningún sitio ya que nunca le gusto ninguno en particular. Sus padres lo animaron a salir, pero él no quiso hacerles caso. Su vida no tenía sentido ni color. Al entrar de nuevo en clases, estaba más ocupado, al ser el estudiante modelo a quien todos imitaban, estaba tratando de mantener eso así. Caminando por los pasillos del instituto una voz detrás de él le habló.
“Hey! Tu eres el chico que nos mostró como llegar, mucho gusto… soy Yunaru Seichi”
“Mmm… no te preocupes, yo soy Usuma Keita, eres nueva en el insti, ¿no?”
“Sí estoy en tercero de bachillerato”, dice ella.
Al pasar los días, el instituto se ponía cada vez más asfixiante y agotador. Feita es el estudiante modelo, los profesores lo llaman: “La élite”, bueno en todos los deportes, notas sobresalientes, carismático… nadie conocía su otra personalidad.
“Mi mundo es oscuro, sin color, luz ni sentido- piensa Keita- todos me hablan y dicen que soy el mejor; los profesores me alaban diciendo que soy un chico fuera de serie, no saben todo lo mal que estoy, y lo mucho que deseo ser una persona honesta, quisiera que supieran”
“Pensar mucho hace doler la cabeza- sonríe irónica Yunaru- y más si todo lo que piensas son cosas tristes o malas”
Giró su cabeza para alcanzar la mirada de aquella chica cuyo único objetivo era hacerle entrar en razón. La miró y sonrió en silencio.
“Quizás porque la vida da tantos giros en torno a mí. Me marea, me enferma saber que mañana también despertaré para hacer la misma rutina de siempre. Sin tener más que la compañía de la soledad y detrás persiguiéndome la fatalidad” le contestó el.
“¡Ajajá! Pues si así es como vez la vida no creo que dures mucho. Cuado somos negativos vemos todo más difícil, lejano y sin esperanzas de que cambie. Yo acabo de mudarme aquí y dejé todos mis amigos y familiares queridos en Okinawa. Sin embargo, mírame, siempre con la frente en alto” y agregó “tienes que salir de rutina, ¡ven! ¡Vamos!”. Lo tomó por el brazo intentando convencerlo de que su vida la tenía en control él, y que esta sólo iba a cambiar si el tomaba la iniciativa.
“¡Que haces! No, DEJAME!”, LE GRITÓ.
Ella lo miró, y después de decir: “lo siento” se retiró.
Esa noche, en su cuarto, Keita se puso a pensar en todo lo que había hecho hasta entonces, y que siempre intentó apartar a los que se preocupaban por él. “Yunaru quería ayudarme y yo le grité- piensa atormentado él, con un sentimiento de culpa al darse cuenta que su compañera lo quería sacar de es hoyo del cual no salía- ¡Que persona tan horrible soy!”.
Al día siguiente…
Este es el comienzo de una historia que creé. Si les gusta y quieren más comenten... acepto votos...