PARTE II

Tendrás momentos muy agradables y otros no tanto.

Tal vez terminarás ganándote la vida mientras estás en el periodo de sobre vivencia haciendo cosas o realizando actividades que jamás pensaste y ni imaginaste hacer. Debe procura que lo que sea que tengas que hacer esté dentro de la legalidad en ese país, esto te ahorrará inconvenientes en tu estadía en el extranjero.

Desde el mismo momento que abandonas tu hogar rumbo al extranjero, la nostalgia se apodera de ti de tal manera que es incontenible, se te hace difícil respirar y el pensar en tus seres queridos se te hace constante en todo el camino y hasta que no te ocupes en otra cosa más, eso será lo que prive en tus pensamientos.

Mis primeros días de estadía en el extranjero los compartía con un compañero de “aventura” llamado Miguel. Miguel, un joven de 32 años compañero de viaje, docente (maestro de escuela) especializado en actividades recreacionales de niños jóvenes y adultos, y yo, bueno podría comenzar diciendo que soy graduado en el área de química, pero la mayoría de mi vida la había dedicado hasta este entonces a hacer casi cualquier cosa, desde ayudante de carpintería, pasando por la jefatura de un departamento de RRHH de una empresa trasnacional, hasta ser uno de los directivos del Consejo Legislativo (parlamento regional) del estado donde residía desde mi nacimiento. Es decir me había dedicado a un sin número de actividades. En una oportunidad estuve de locutor en dos emisora de radio locales, de asesor político a candidatos locales de elección popular, entre otras de las muchas actividades a las que me dedique, uno por incursionar en esas áreas y otras por necesidades económicas.

Miguel, para ese entonces un joven muy ambicioso, en el mejor sentido de la palabra, “soltero” sin hijos y en Venezuela ejercía en un empleo diferente al de su profesión, y que por razones parecidas a las mías había decidido, con la ayuda de un amigo en común, salir del país al mismo rumbo que yo había tomado, razón por la cual nos conocimos en el viaje.
No era un joven muy entusiasta, y aunque tenía muchos deseos de superación, era falto de fe y auto confianza. No se si era porque yo había asistido a tatos cursos, talleres y conferencias de autoestima, motivación y auto superación que percibía eso en él, o era que yo sobrepasaba los límites de la auto confianza.

Desde el primer día en esa ciudad extraña para nosotros, Miguel y yo salíamos cada día en busca de un empleo con que ganarnos al sustento, ya que estábamos siendo auspiciados, él por nuestro amigo en común y yo por mi hija. En esos días cuando nos sentábamos a descansar en los centros comerciales, plazas o bancas que nos encontrábamos por el camino, observaba detenidamente la actuación de las personas de aquella calurosa ciudad tropical, y notaba cosas que llamaba mi atención y que compartía con Miguel. Una de ellas era que, nosotros como venezolanos admiramos las mujeres lindas que pasaban frente a nosotros, y hasta le decimos cosas bonitas, mientras que los caballeros de aquella ciudad eran indiferentes ante la hermosura de sus mujeres. Otra observación era que esa ciudad carecía de plazas, claro, esto en comparación a las ciudades venezolanas que en cada dos o tres calles te encuentras una.

Continuará...