El Cristal Impenetrable
El mundo hoy en día güira alrededor de la belleza superficial todo lo que vemos en el espejo es lo que en realidad importa para la sociedad y muchas personas. Muchas veces miramos al espejo y nos place lo que vemos. Quizás son los momentos en los que nos gustaría congelar el tiempo para quedarnos ahí. Que todo quede igual, que nada cambie. Pero hay otras ocasiones que lo que miramos es feo y nos produce ganas de tirar al espejo para que ya no refleje nada.
“el cristal impenetrable donde acaba y empieza, inhabitable, un imposible espacio de reflejos”. Culto, adoración, brujería, portal a otras dimensiones, elemento clave para algunos oficios, fuente de inspiración, el espejo es asociado con la belleza, el horror, la realidad y, al mismo tiempo, con la ficción.
Oscuridad en el espejo. Fuente.
El espejo no es el culpable, el solo muestra nuestra realidad. Y frente a él nos sentimos desnudos pero confrontados.
Desde la historia del joven Narciso que se enamora de su belleza reflejada en el agua, hasta la obsesión de Dorian Gray por mantenerse para siempre hermoso en la novela de Oscar Wilde. Pasando por Blanca nieves y la bruja malvada que hablaba con su espejo poseído hasta los vampiros que no pueden ver su reflejo, este objeto que hace parte de cualquier casa, almacén, peluquería, por mencionar solo algunos sitios, ha hecho parte de la humanidad y su ego desde civilizaciones antiguas.
Un ejemplo de lo cotidiano son las chicas que por su aspecto prefieren permanecer en casa mientras sus compañeras van a la playa o a la piscina; ¿el motivo?, se siente gorda, fea y no resiste tener un cuerpo diferente del de las modelos esqueléticas de las revistas. Opta por hacer dietas extremas y pasar horas en el gimnasio para derretir la grasa de la barriga y quizás, en la próxima salida acompañar a sus amigas.
Ciertamente, las personas de manera consciente o inconsciente se ajustan hasta cierto punto a lo establecido por la moda. En definitiva, es la que determina las prendas que se venden en las tiendas. La gran mayoría compra ropa nueva no porque la suya esté deteriorada, sino para cambiar y actualizarse. Usar el atuendo apropiado contribuye a mejorar la autoestima, disimular las imperfecciones físicas o a realzar los atributos. Llevar trajes de un modelo más o menos parecido a los de nuestro entorno laboral, estudiantil, ayuda a no sentirnos fuera de sitio. Al mismo tiempo, el vestuario influye en cómo nos ven los demás. Sin embargo, esos patrones esconden sus trampas. Los incautos pueden verse enredados en un ciclo inacabable de comprar y desechar, tan solo para mantener al día el armario. Y es que, la industria de las confecciones constantemente crea nuevos estilos y se nutre del deseo de las personas de tener cosas modernas y ser aceptadas. El peligro está en que otros individuos se ven atraídos por el estilo de esa vestimenta, aunque no compartan el mismo ideal; y al usarla pueden transmitir una falsa impresión, contraria de sus verdaderas creencias.
El culto a la delgadez, por ejemplo, esclaviza a miles de muchachas en el mundo, generando consecuencias emocionales negativas, entre estas ansiedades, rechazo al propio cuerpo, trastornos alimentarios, baja autoestima y estados depresivos. En realidad, sentirse seguros y felices no depende de los números de una báscula ni de los atuendos que llevemos puestos.
Claro está que la imagen merece atención, pero es preciso ser equilibrados en ese punto.
Belleza superficial. Fuente.
La psicóloga Haychelt Benitorevollo opina que las personas que se exceden en mirarse en el espejo o en cualquier objeto donde se refleja su rostro o figura pueden desarrollar un trastorno de personalidad que es llamado narcisismo. “Esto es una deformación neurótica de la personalidad que también se puede identificar en personas que tienen de base una baja estima y enmascaran su debilidad con este tipo de comportamientos en los que sobrestiman sus habilidades y su imagen por una necesidad de admiración y afirmación”. Agrega Haychelt que dentro de un desarrollo patológico la persona se vuelve egoísta y desarrolla un grado de desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos.
No olvidemos que la ropa es simple envoltorio, nuestro valor como seres humanos depende de las cualidades interiores y no de la belleza exterior. La buena impresión que suscite la apariencia, desaparece en breve tiempo si no es complementada por nuestra personalidad. Vistámonos de humildad y amor.
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