Divagancias: Sobre el olvido como la verdadera muerte
Es irónico que la inspiración para escribir esto nazca de una película infantil (Coco, totalmente recomendada). En la infancia, poco o nada importa si seremos recordados por los demás, y probablemente esto tenga su razón de ser en el hecho de que, durante esa etapa de nuestras vidas, el concepto de “muerte” es algo de lo que se nos mantiene alejados lo más posible.
Fuente: https://www.forbes.com.mx/gana-coco-premio-oscar-a-mejor-pelicula-animada/
Yo creo, muy personalmente, que el miedo que hemos manifestado durante siglos hacia la muerte -además de ser totalmente aprendido- no tiene sus bases en la muerte per sé, sino en el hecho de no ser recordados después de dejar este plano.
¿Por qué interesa tanto dejar huellas? ¿Por qué hemos huido, durante toda la historia de la humanidad, a la idea de que nuestra existencia simplemente se acaba cuando morimos? ¿Por qué creamos conceptos como “el cielo”, la reencarnación, vidas pasadas, vidas futuras, planos post mortem, etc.?
El hecho de que este escenario que llamamos “vida” sea lo único que tenemos, a cualquiera le resulta escalofriante. Supongo que esto sucede porque, de cierto modo, no tiene nada de sentido nuestra existencia si no hay “consecuencias” de la misma; si no generamos un efecto, una reacción o una respuesta. ¿Con qué propósito haríamos lo que hacemos, entonces, si de igual forma vamos a morir?
Quizás el propósito sea, precisamente, ese: hacerlo, porque de igual forma vamos a morir.
Partiendo de esas “consecuencias” de nuestra existencia, si de algo somos capaces como especie, es de registrar momentos, almacenar información y, finalmente, recordar. La memoria se convierte en nuestra salvación, en una suerte de “cielo” o “reencarnación” en la consciencia de quien recuerda.
Porque, además, cada persona recuerda versiones de algo/alguien, según sus apreciaciones. Para cada quien somos un personaje distinto, y todos estos fragmentos, esparcidos en una especie de consciente colectivo, formarían una versión completa de nosotros, en tal caso. Si pensamos a fondo sobre esto, la teoría que sostiene la posibilidad de que seamos meras proyecciones, no suena tan carente de sentido.
El olvido, bajo toda esta reflexión, representaría una forma de muerte, o el comienzo de la inexistencia. Nuestra “co-dependencia” es tal, que necesitamos de otros tanto para existir (refiriéndome a hacer de ello algo "útil"), como para dejar de hacerlo. Probablemente, allí se encapsula el famoso “sentido de la vida”: maravillar e irse.
Porque, después de todo, maravillar es crear un impacto y, con suerte, tener un espacio en la memoria de alguien más, incluso después de habernos ido.
¡Totalmente de acuerdo! Coco me pareció una película bastante profunda para el público al que estaba dirigido (como siempre Pixar). El más allá es un consuelo, aunque la tierra de los muertos suene como algo divertido, debemos gozar en el aquí y en el ahora, solo por si acaso. Saludos 💜
Así mismo es :) ¡gracias por leer!💜
deos, que buen post chimiti