¿Qué tiene de especial Kepa (además de su precio)?
Entonces lo tenía claro: si el entrenador no te quiere, no tienes nada que hacer en ese equipo. A veces es al revés. Pero la historia de Kepa con el Real Madrid estuvo marcada por un obstáculo no menor: Zidedine Zidane no lo quería en el equipo blanco.
Algunos dicen que su negativa a contratar un portero joven con proyección de superestrella escondía el anhelo de allanar el camino para que el segundo de sus cuatro hijos, Luca, se convirtiera en el futuro cercano en la primera opción para la meta del Madrid. Otros, simplemente, ven algo más obvio: tener a Keylor Navas es ya una garantía en sí mismo, y el Madrid necesitaba otras cosas, como pasa en este momento una vez más.
Más allá de las razones, el resultado es lo que importa: Kepa Arrizabalaga se quedó en el club vasco, que además le renovó y aumentó su cláusula de rescisión luego de aquella novela Bilbao-Madrid en el mercado de invierno.
El asunto es que Kepa, muy joven, tuvo el carácter suficiente para no dejarse seducir por el dinero y las cámaras que trae consigo el equipo merengue. Prefirió quedarse en el club que lo formó. Aunque Zidane le cerró la puerta, él quería ir al Madrid y pudo presionar más (de arrebatos infantiles está llena la historia del fútbol) esperando lo que terminó pasando: la salida del francés del banquillo.
Prefirió actuar con cabeza fría, le dedicó el resto de la temporada a su desarrollo y finalmente fue a un lugar donde sí lo querían. Tanto que pagaron su cláusula, de 80 millones de euros, haciendo que la alegría le durara poco a Alisson como portero más caro de la historia. Y esa cifra récord le da al club vasco posibilidades de maniobra en el mercado, aunque a muchos les sabe a traición la ida del jugador que apenas unos meses atrás se comprometió hasta 2025.
Al Chelsea llega además como sustituto del mejor guardameta del Mundial de Rusia, Thibaut Courtois, que terminó yéndose precisamente al Real Madrid. Todos ganan en esta historia. Menos el costarricense Navas: le queda volver a pelear por la titularidad (en clara desventaja extradeportiva) o salir del club de la capital española.
La madurez de Kepa es lo primero que sorprende. Recuerda -salvemos las distancias por lo menos unos años- al Casillas que daba sus primeras muestras de grandeza a comienzos del siglo XXI. La tranquilidad que transmite adentro de la cancha no parece corresponderse con su edad. Vital para el éxito evitando goles.
Kepa en números
Solo había disputado 53 partidos de Primera División antes de migrar a Inglaterra. Pero cuando lo tentó el Madrid, sus apariciones apenas superaban las 30. Aún así, para los blancos valía fácilmente 20 millones (en Transfermarkt no pasaba de los 8 millones) y el Chelsea terminó abonando los 80 que le puso como traba el Bilbao (el mismo portal lo tasaba ahora en 20).
Y eso se explica fácilmente si revisamos los datos de su última temporada en España:
Jugó 30 encuentros, con una muy decente media de 3.2 atajadas. En ese apartado, estuvo igualado en el cuarto puesto entre los arqueros con al menos 2 mil minutos jugados. Pero también fue cuarto entre los guardametas que, con esa misma cantidad de tiempo en cancha, más pases daban por partido: 31.2.
Si lo ceñimos a los pases en corto, su nivel es top. En 221 intentos, solo entregó mal 2 balones en toda la temporada. Rubén Blanco, joven portero del Celta de Vigo, fue el único que dio más pases fallando menos que él: 276 intentos con una sola falla.
Pero por aire su rendimiento es incluso mejor: más pases largos acertados por partido (12.3). Octavo con menos fallas (11.5). Nada más él y Ter Stegen tuvieron balance positivo (más aciertos que fallas), aunque Kepa intentó el doble de pases largos que el alemán del Barcelona.
Doble amenaza el vasco, prototipo perfecto del portero ideal en estos tiempos.
Kepa, adiestrador de pájaros
Cuando niño, Kepa aprendió a adiestrar jilgueros y presentarlos en concursos de canto. Foto: quecome.org
Arrizabalaga ha hecho toda su carrera en Bilbao. Su vida entera ha estado amarrada a la cancha, su familia y amigos. También su novia y una afición peculiar: cuando niño, adquirió el gusto por entrenar jilgueros (pájaros famosos por su canto) y presentarlos en concursos.
Eso que aprendió a hacer con su aita (padre en vasco), le valió un apodo en el vestuario bilbaíno: el Jilguero.
Veremos si puede hacer cantar al Chelsea, donde debutó este sábado apenas tres días después de su fichaje, confirmando lo que ya decía el dinero: el proyecto de Maurizio Sarri con el club londinense cuenta con el vasco como número 1 con los ojos cerrados.
Debut con toque de suerte
Lo más difícil ya lo logró: debutó y dejó en cero el arco. Poco importa el rival, Huddersfield, que lo exigió muy poco. Tampoco pesa que a los 37 minutos lo ayudara el poste ante un intento de Steve Mounie que hubiera empatado el partido en ese momento. La estadística solo dirá que no recibió goles.
Acertó el 66% de sus pases (25 de 38). De ellos, entregó mal 1 de 19 en corto y acertó 7 en 19 intentos por arriba. No fue su mejor partido, viendo lo que hizo en España el pasado año. Pero sabiendo que apenas pudo conocer a sus compañeros, entrenador, nueva casa, ciudad, etc., para enseguida tener la tarea de suplir a Courtois, pasó el examen con sobresaliente.