Se calienta la NBA
Antes de comenzar con esta columna quiero dejar claro que me proclamo completamente en contra de la violencia en cualquier deporte y en general como método para solucionar conflictos.
Sin embargo, habiendo jugado este deporte personalmente, puedo entender que durante un juego, ya sea por su intensidad, antecedentes entre los equipos/jugadores o por la provocación del oponente se calienten los ánimos y ocurran enfrentamientos.
En temporadas anteriores realmente era muy raro ver este tipo de confrontaciones entre jugadores profesionales de la NBA. Claro, siempre han existido los típicos “chicos malos” que son conocidos por su actitud agresiva y su temperamento explosivo, pero eran casos muy aislados.
Pero en la campaña 2017-2018 estos altercados se han vuelto cada vez más comunes y lo más sorprendente es ver a jugadores que normalmente no tienen esa “fama” de conflictivos involucrados en las peleas.
No quería escribir una columna sobre este tema hasta no estar seguro de que fuera algo “real” y no los típicos casos aislados que mencionaba, sin embargo, después de que el miércoles pasado hubo una riña casi al final del juego entre los Charlotte Hornets y Washington Wizards, no me quedó duda de que esto ya se convirtió en tendencia.
¿Por qué fue justamente después de este altercado que decidí escribir sobre el asunto? Pues porque ese “pleito” dio como resultado la expulsión de Tim Frazier, de Wizards, y Michael Carter-Williams, de Hornets, convirtiéndose en el octavo y noveno jugador, respectivamente, en ser expulsados durante un lapso de tres días.
Todo empezó el lunes pasado en plena celebración del día de Martin Luther King Jr. en Estados Unidos, personaje histórico que, irónicamente, abogó por la unidad y la paz entre las diferentes razas. Luego de hacerse de palabras, Kyle Lowry, de los Toronto Raptors, y Ben Simmons, de Philadelphia 76ers, fueron expulsados y mientras salían de la duela se alcanza a ver cómo ambos se “ponen de acuerdo” para verse en los túneles de los vestidores y continuar su riña.
Pero ese no sería el caso más sorprendente del día, pues el duelo atractivo de esa jornada fue el de los Clippers de Los Angeles y los Rockets de Houston en el regreso de Chris Paul a su antigua “casa” californiana.
Aunque hubo algunas jugadas ríspidas entre los ex compañeros Paul y Blake Griffin, realmente el juego se llevó de manera intensa pero muy limpia, hasta el último cuarto. Ya cuando los Clippers tenían una considerable ventaja sobre el segundo mejor equipo de la Conferencia Oeste, Trevor Ariza, de Rockets, se hizo de palabras con Austin Rivers, de Clippers y quien se encontraba en la banca sin haber jugado por lesión. Griffin confrontó a Ariza y luego al coach rival Mike D’Antoni, ganándose así su expulsión con poco más de 1 minuto por jugarse.
Lo impactante fue lo que sucedió después del partido, pues de acuerdo con reporteros que se encontraban en el área de vestidores, los jugadores de Rockets, James Harden, Gerald Green, Clint Capela, Paul y Ariza, se vieron involucrados en un intento de “continuar la pelea” con Rivers y Griffin metiéndose a los vestidores del equipo local, pero la seguridad llegó a tiempo y los sacó antes de que la situación escalara.
Como resultado, Ariza y Green fueron suspendidos dos juegos, obviamente enojados porque ningún jugador de Los Angeles tuvo repercusiones. Ahora será cuestión de esperar al 28 de febrero para ver cómo será el siguiente encuentro entre estos dos equipos.
Tal como lo comenté al inicio de la columna, no estoy a favor del uso de la violencia en el deporte, sin embargo, tengo que admitir que llama mucho mi atención lo que está pasando cada vez con más frecuencia entre los equipos de la NBA, ya que habla también sobre una mayor pasión e intensidad al momento de jugar y eso, al menos personalmente, creo que beneficia al espectáculo como tal.
Que quede claro que no digo que las peleas es lo que le pone más “sabor” al juego, aunque tal vez sí logren conseguir más rating por el morbo de ver lo que pasará, pero lo que yo digo es que siempre es más emocionante ver a dos equipos competir al máximo nivel por una victoria, aunque lamentablemente muchas veces eso puede dar paso a golpes y actitudes que pasan de lo deportivo.
Por último, lo que me parece que hace muchísimo más “interesante” a esta nueva “moda” dentro de la Liga es que ahora con el nuevo formato del All Star Game, donde dos capitanes de cada Conferencia van a poder seleccionar a su equipo sin importar si son del Este o el Oeste, estas rivalidades van a poder extenderse al próximo juego a realizarse el domingo 18 de febrero en el Staples Center de Los Angeles.
¿Cómo quedarán los equipos al final? ¿Aprovecharán los jugadores para “desquitarse” con sus antiguos compañeros y con sus nuevos rivales? No creo que la NBA haya pensado algo tan “maquiavélico” como para que todas estas peleas sean parte de una campaña para generar interés por el All Star Game, sin embargo, les puedo asegurar que será un factor especial que hará que más personas sintonicen este juego.
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