Reseña de wonder woman 1984
Por fin llega a las pantallas mexicanas la esperada secuela de la Mujer Maravilla: Wonder Woman 1984. En esta reseña, les platicamos, con un mínimo de spoilers, por qué, a pesar de no ser una película tan interesante como la primera, sigue valiendo la pena.
Los ochenta ejercen una enorme fascinación en el medio del entretenimiento en los años recientes. Y se entiende: muchos directores y productores actuales vivieron su niñez y adolescencia en esa loca década. Por eso, no es raro que actualmente vivamos una ochentasmanía, que nos ha dejado productos tan diversos como Stranger Things, Cobra Kai, Glow, The Goldbergs, It Follows, IT, GTA Vice City, Summer of ’84 y hasta una serie sobre Luis Miguel.
Wonder Woman 1984 entra en esta tendencia, y nos muestra una nueva aventura de la amazona de DC Comics en un ambiente (y tono) distinto al de la película anterior. Por un lado, ese es el fuerte de la película; por el otro, esa es su mayor debilidad. Al buscar ser completamente diferente al inesperado éxito de hace dos años, Wonder Woman 1984 parece más un homenaje a las películas comerciales de los ochenta que a una versión cercana a los cómics de Diana Prince.
Esta cinta repite, incluso, muchos de los clichés del cine ochentero y, en ese sentido, se aleja bastante de las grandes historias del personaje. En la secuela de Patty Jenkins, aparece una Wonder Woman más parecida a la serie de mediados de los setenta, con todo y una innecesaria aparición del jet invisible. Lo anterior afecta a los personajes de apoyo y a los villanos que sólo conservan elementos menores de sus contrapartes de las viñetas.
Aun así, la película tiene varios aciertos, es divertida, tiene grandes momentos de acción y cumple con presentarnos una emocionante aventura de la princesa Diana. Por si fuera poco, cierra con un mensaje de esperanza; algo que, todos, en este año tan difícil, necesitamos.
Maxwell Lord
Pedro Pascal como Maxwell Lord se lleva la película (Foto: Warner Bros.)
Una secuela muy diferente
En Hollywood, cuando un proyecto pega, es casi una obligación lanzar una secuela que mantenga el espíritu del éxito inicial. Lo anterior es una tarea titánica, que requiere mucho ingenio, y, por eso, los estudios suelen irse por el camino fácil y realizar continuaciones que parecen calcas de los filmes originales y que buscan mantener el gusto del público corriendo muy pocos riesgos.
Afortunadamente Patty Jenkins, con Wonder Woman 1984, se atreve a lanzar una secuela que no es facilona, y nos presenta una película muy diferente a la primera parte aprovechando que -de acuerdo a la trama- transcurren siete décadas después de los acontecimientos del filme anterior.
Así, si la primera película de Wonder Woman fue una historia de origen con elementos de filme de guerra, esta secuela es una historia de crecimiento y aceptación con muchos elementos de las locas películas de los ochenta. Películas como Me enamoré de un maniquí (Mannequin), Hechizo del tiempo (Groundhog Day) o Cazafantasmas (Ghostbusters), en las que lo importante era la premisa y el carisma de los personajes y no tanto la verosimilitud de lo que se narraba en la historia.
Vamos, en Hechizo del tiempo nunca se explicaba por qué Bill Murray quedaba atrapado en un bucle temporal, y la explicación de la maldición de la edad media de Me enamoré de un maniquí sonaba ridícula incluso en los ochenta. De cualquier forma, en ambos casos, lo importante era cómo se contaba la historia. Y, en ambos filmes, más allá de lo que opinemos de ellos, el resultado fue el mismo: resultaron ser películas muy entretenidas. Eso es lo que tenemos en Wonder Woman 1984: una película divertida, con una premisa completamente inverosímil, pero que nos brinda dos horas y media de mucha acción…
Sin embargo, esta carga de adrenalina y diversión sin sentido reduce el papel de la más fuerte mujer de los cómics a un conflicto que no encaja con la época actual: decidir si sigue siendo una heroína para el mundo o se queda con el hombre de sus sueños. Y este es uno de los grandes problemas de la película: nos muestra a una Diana más madura, con un trabajo estable como arqueóloga, y completamente compenetrada con el mundo del hombre, pero que está dispuesta a dejar todo cuando Steve Trevor (Chris Pine) reaparece en su vida.