A ciegos de ti, ira.
Porque pierdo la razón, me tranco, ¡Tu! Desgraciada Ira, tan parte de mí, un lado que desconozco, que me dejas llevar haciendo que pierda la razón, no te entiendo y, aunque quisiera no puedo, me descontrolas, pues la unión que tengo contigo es peligrosa. Te encuentro arraigada aunque muchas veces soy yo quien se rinde ante ti, poderosa, inigualable, sentimiento lejano hacia la felicidad, concreta y caprichosa, adicta al odio y a la adrenalina. Me sumerges sin saber si hay un fondo, eres la que me hace sentir orgullo, y cuando te tengo no quiero dejarte, pero cuándo te vas siento un alivio al haberte dejado.
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A veces quisiera contarte que eres la que muchas veces me ha dado el coraje de decir las cosas, pero muchas veces contigo al decirlas, hiero lo que está sobre mi paso, haciéndome sentir cobarde por no haberlo hecho estando sin ti, como si llegara un punto de necesitarte, tal vanidosa e insolente eres a veces por estar conmigo en los momentos equivocados, pero aun así necesaria para desquitar todo lo que he guardado durante mucho tiempo.