El Observador Observado
"El tiempo pasa, inevitablemente y a gran velocidad, dándonos la oportunidad de vivir una vida plena y llena de emociones"
Los años pasan, uno tras otro, y uno, de vez en cuando se sienta y mira hacia atrás para recordar ciertos momentos clave de su existencia. Todas esas experiencias pasadas que nos convierten en quienes somos en el instante presente. Todo ello nos forma, nos educa, nos hace crecer.
Lo que empezó como una serie de correos electrónicos enviados a amigos y familiares en uno de los primeros grandes viajes que realicé, se convirtió con el tiempo en un pequeño blog donde plasmaba las experiencias vividas. El placer que siempre me ha producido escribir, aun sin ser un gran escritor, siempre ha estado presente. Esa necesidad de dejar salir palabras a su antojo sobre papel siempre me ha acompañado y lo seguirá haciendo a cada nueva aventura.
Miro hacia atrás y veo muchos momentos que marcaron un antes y un después en esta historia, aunque quizás el que dio inicio a todo fue mi primer viaje de largo recorrido en bicicleta en el 2011. Aquella experiencia me dio alas para volar, y me enseñó, sin saberlo por completo en aquel momento, que todos somos capaces de grandes hazañas sin nos lo proponemos.
Vinieron varios viajes tras aquel periplo, por varios lugares del mundo hasta que en 2015 salí de nuevo hacia nuevos horizontes sobre dos ruedas. 10 países, un continente y un destino que desconocía mientras pasaban las semanas y los meses. Tras 4000 kilómetros recorridos decidí detenerme en la famosa Estambul, donde vendí mi amada bicicleta y casi todas mis pertenencia para obtener un dinero con el cual comprar ropa y comida que fue repartida en las calles de la ciudad. No podía no hacer nada al ver la pobreza que se estaba extendiendo por el mundo a causa de conflictos interminables. Por poco que fuera, hice lo que debía hacer, a mi manera y con mis medios. Fue entonces cuando todo cobró sentido. Fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que puede lograr un individuo si este lo desea de verdad. Así pues, al año siguiente, volví a Turquía habiendo conseguido algo más de dinero gracias a aportaciones de amigos y familiares con el cual ayudamos, con mis nuevos amigos turcos, en un centro de acogida a las afueras de Estambul.
Todas esas experiencias fueron una a una plasmadas en un pequeño diario de viaje que se convirtió en un libro llamado "Fuji y yo". Este se vendió en formato impreso y se recaudó una buena cantidad de dinero que se sumaba de nuevo a decenas de aportaciones de parte de la gente que me rodeaba. Y además de ello, gracias a la amistad, decidimos unir fuerzas unos pocos individuos y organizar una primera fiesta benéfica en nuestro pequeño pueblo para recaudar una cantidad de dinero que nos permitió realizar 4 nuevos proyectos con un gran impacto.
Mientras Thomás y Natalia viajaban a Argentina para ayudar en un pequeño centro a combatir la desnutrición infantil, yo me aventuraba en Irán, ayudando en una pequeña organización local para familias en dificultades económicas, aportando comida y ropa. Después me adentré en Iraq, donde aportamos nuestro granito de arena en un campamento de refugiados Yazidíes reformando una precaria escuela improvisada con restos de lonas en un descampado y aportando alimentos varios a la vez. Y para terminar, volví a mi amada Estambul dónde ayudamos a un colectivo de mujeres maltratadas con aportaciones varias, tanto materiales como económicas. Con el dinero restante tras todos esos proyectos, y aunque no era mucho, decidimos comprar comida para repartir en uno de los barrios más pobres de la ciudad una vez caída la noche. Todo aquello, todo lo vivido, no dejaba de recordarme el poder que tenemos los individuos para cambiar, por poco que sea, este mundo tan curioso.
Unos meses más tarde, volvía a recopilar todo ello en un nuevo manuscrito llamado "Curiosity" que fue vendido a su vez en formato impreso proporcionando una nueva base económica con la que empezar a planear un nuevo proyecto. Una nueva fiesta benéfica y nuevas aportaciones hicieron posible el más reciente proyecto realizado en marruecos en la primavera del 2018. Una escuela de peluquería dentro de un orfanato para niñas con el cual podrían aprender un oficio durante su estadía y tener mejores oportunidades de futuro tras dejar el centro. Este proyecto, pensado a largo plazo, fue sin duda el que más impacto creó. Un pequeño relato en formato electrónico "Respira", refleja esta última aventura.
Como no podía ser de otra forma, este pasado invierno volvimos a realizar una tercera fiesta benéfica para seguir con estos pequeños y no tan pequeños proyectos solidarios llevados a cabo por un pequeño grupo de amigos que le dedican a la sociedad parte de su tiempo. Este año, volvemos a Marruecos de nuevo llenos de ilusión.
Así pues, el Observador Observado es más que una página web con relatos de viaje. Es y será la bella conexión que se crea entre las personas cuando ambas partes quieren ver cambiar el mundo sin esperar a que otros lo hagan.
Todo esto es lo que hemos logrado a través de los años gracias a nuestra unión. Lo que empezó siendo un intercambio de correos electrónicos es hoy en día algo mucho más grande de lo que nuca hubiese imaginado.
Todo esto es gracias a vosotros.
Atentamente,
Francesc Zamora, el Observador Observado.
http://elobservadorobservado.com/