Elaica XVIII. Las sirenas de Naya


Ilustración



Elaica es una serie de relatos que se relacionan entre sí porque se desenvuelven en esta mítica y fantástica tierra. Cada relato es una historia distinta y a veces, una continuación.

Relatos anteriores:



Obras literarias originales realizadas por mí.


Las sirenas de Naya

 
El mar Ofco es la extensión acuática más imponente de Elaica; separa a los dos grandes continentes albergando misterio en todo su ancho y profundo reino. Los seres que habitan allí están bajo el resguardo de los poderosos Antiguos de las aguas, quienes mantienen este ambiente bravo pero hermoso en completa armonía. Los nativos de las tierras exteriores mantienen un índice de respeto elevado a todas estas criaturas, y velan por una relación amistosa que conserve su estilo de vida.

A todos los Antiguos de las aguas se les debe mantener el respeto, en especial a las hermosas sirenas de Naya, las más activas que proliferan todo el vasto océano. Son las acompañantes de una de las Antiguas más poderosas y una de las primeras creadoras de este extenso territorio marino.

Llegaron después del surgimiento de los humanos, mucho antes de la conformación de las primeras tribus. Bajaron desde Unsi como todos sus otros hermanos Antiguos, pero decidieron quedarse en el mar, porque de todas las cosas bellas que se crearon en Elaica el agua fue para sus ojos lo más hermoso que pueda existir en el mundo, y así mismo, se convirtieron en acompañantes de Naya, la piadosa.

Tomaron desde entonces la imagen de su señora, la cual, comprendía una fisionomía que se caracterizaba por ser hermosas damas, con cabeza y hombros de mujer y cuerpo de medusa blanca marina. Aunque su aspecto promete aparente inocencia, se dice que son engañosas, traviesas y en muchos casos indiferentes ante las necesidades de los marineros. No se sabe con certeza cuantas son, sin embargo, se conoce el nombre de tres de ellas: Bride, la embustera, Selena, la enredadora y Carina, la insensible. Estas tres son muy conocidas, porque son las que más han tenido contacto directo con los hombres.

Se cuenta que tienen la habilidad de otorgar buena suerte, solo si ellas conceden su interés a los navegantes que atraviesan tranquilos el océano, aunque también, pueden causar daños irreversibles con solo su presencia. No obstante, la naturaleza de Naya es ambivalente a la de sus pequeñas vasallas, por lo que estas mantienen un bajo perfil al momento de realizar sus malicias. Varias de ellas han sido participes de los acontecimientos más relevantes en la historia del mar, como por ejemplo, la llegada de la séptima tribu a las tierras exteriores y el atestiguamiento de la construcción de la ciudad portuaria de Azziri, la cual, ha sido la que ha mantenido con más fortaleza la relación con estas Antiguas, ya que era la recomendación que los nativos de las tribus Zul’kuk les dieron.

No poseían otra función en particular más que ser las acompañantes de Naya, y también de ser sus informantes, porque la señora de la calma requería que el mar estuviese en completa concordancia, y mantener el equilibrio con sus otros hermanos. Las sirenas respetaban los deseos de su superiora, a pesar de que la naturaleza de todas ellas fuese discrepante, porque poseían espíritus que degustaban del engaño. Se dice que ellas provocaron mal de amores a muchos marineros, que cayeron en sus falacias dulces y en su hermosura radiante e indomable, como el mismo mar.

Muchas de ellas se divertían a costa de ello, incluso había quienes llegaban un poco más lejos de lo usual, y estas eran las que había mencionado anteriormente. Continuaron con este estilo de vida incluso después de la primera era del hombre, ya que ellas no obedecieron el mandato que profesaba la desidia de los Antiguos y su regreso a Unsi, para observar el desenvolvimiento de los humanos desde arriba. Ellas simplemente se quedaron viviendo en el mar, pero su señora si volvió a Unsi, puesto que era su deseo y, además, tenía a aquellas que cuidaba como si fueran sus hijas y le ayudaban a proteger la tranquilidad del océano.

Naya volvió a Unsi satisfecha, sabiendo que todo lo que amaba estaba en buenas manos. En efecto, le otorgó todo el control del mar a las bulliciosas y mentirosas sirenas, quienes retomaban sus aventuras con más poder ahora que no estaban supervisadas, pero esto no quería decir que abandonaron del todo sus tareas sagradas, al contrario, cuidaron con mucho recelo el territorio bajo su jurisdicción y el curso en el que iban las aguas. Ellas aún siguen jugueteando en el extenso reino Ofco, viajando con desenvolvimiento en toda su magnificencia sin preocuparse por lo que ocurría en el resto de Elaica.




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