De pies a cabeza | Capítulos 17, 18, 19
CAP XVII; CEGUERA.
Antes no nos dábamos cuenta de lo que ahora necesitamos, nunca comprendimos el valor de nuestros abrazos instantáneos, o una corta tarde de sonrisas, en el bosque un septiembre de otoño. Nunca comprendimos qué de verdad, éramos tal para cual, nunca contemplamos el brillo en nuestros ojos, ni siquiera nuestra forma de temblar al hacer un comentario estúpido. Estábamos cegados completamente a explorar más allá de nuestras fronteras, sólo queríamos mantener una amistad bonita, y no saltar más allá de las nubes.
CAP XVIII; NINGÚN OTRO.
Mis antiguas medias naranjas atraviesan sobre mi mente, y aún sigo pensando un poco en ellos. Recuerdo que uno que otro me regalaba, joyas, dulces, artesanía, o una carta a mano, pero, ninguno de ellos supo quedarse, a pesar de todo lo que había bregado por esos cuatro chicos, ninguno se quedó a mi lado, estarán rehaciendo su vida con otra persona, estarán creando nuevas habilidades, o en la monotonía. Pero créeme, y ésto tú sólo lo sabes; has cambiando mi mundo para mejor, a pesar de todas nuestras diferencias y disgustos por nuestras malas actitudes, siempre en la vida habrá otra oportunidad para decirnos sonriendo « sí, acepto el compromiso de enlazar nuestras almas. »
CAP XIX; REMINISCENCIA.
Ayer, estaba leyendo un viejo polvoreado que estaba en unos de mis antiguos gabinetes de nuestra sala de estar, particularmente, allí conservo muchas fotografías del pasado, como de nuestros comienzos, habían fotos serias, otras alegres, y otras que no querían que apareciesen, como por ejemplo, el día en qué me restregaron el pastel de mi cumpleaños número catorce, o mi primera vez pedaleando en mi bicicleta nueva, que la descompuse en siete minutos,, después de estrenarla. Tengo recuerdos bonitos, cuando empezábamos a ser amigos en el colegio, y también conmemoro aquella vez que nos odiábamos por el simple hecho de ser traviesos y echarnos la culpa al otro, vivíamos en una rivalidad constante, tanto así, qué nos mandaban tres veces a la semana a la coordinación, y una a la dirección académica. Pasábamos horas recostados en el suelo, después de una tonta sanción. Desde allí, aprendimos que estábamos cansados de ser los típicos niños burlados por la clase, por ser un tanto diferente a los demás. Pero aprendí con el tiempo que nadie es diferente a nadie, en el sentido que todos somos seres humanos, hijos de Dios, y que cometemos algún que otro error, y de allí tomamos aprendizaje. Ellos nos hacían sentir así, por alguna razón de una satisfacción que no tenía sentido. Nosotros aprendimos a ser nosotros mismos, siendo seres humanos, pero siendo diferentes, porque todos somos únicos, todos tenemos un don en específico, sólo hay que encontrarlo, a través de la paciencia y la fe, en conseguir nuestros propio camino. Nosotros elegimos el nuestro, y nunca me arrepentiré de esa decisión que nos costó años entender.
Escrito por; @andreissanchez
Me gustan mucho tus escritos. Están cargados de fuertes sentimientos. Saludos, linda.
Muchísimas gracias, al igual que a mí los tuyos. Un abrazo:)