El resentimiento.
A veces es difícil perdonar a quienes nos ofenden. Es fácil guardar rencor y depositar toda la responsabilidad de lo malo que nos pasa en factores externos, y después enojarnos porque esos factores externos (llámensele personas, circunstancias, situaciones fuera de nuestro control, etc.) no toman responsabilidad de arreglar nada, cuando, de hecho, es muy de esperarse que nadie ni nada se va a detener a solucionarnos la vida cuando nos sentimos mal, lo cual lleva muchas veces a actitudes autodestructivas (violencia, aislamiento, o comportamientos victimistas insufribles -ser un llorón-, adicciones, etc.)
La solución a esto es tomar por completo la responsabilidad de nuestra vida: saber que somos responsables de cada aspecto de ella, así como las cosas malas que nos pasan y cómo nos las tomamos. La idea no es forzarnos a perdonar a quien no queremos perdonar, ni tampoco echarnos la culpa de todo, sino tomar la propiedad de nuestros pedos; darnos cuenta de que si nosotros tenemos un pedo es sólo nuestro y de nadie más, y nosotros mismos tenemos que ver cómo vamos a lidiar con él. Si buscamos en otro lado, estamos viendo hacia el lado incorrecto. Hechas las cosas de otro modo, estamos condenados a estar peleando constantemente contra una pared.
"El orgullo no es el opuesto de la vergüenza, sino su fuente, la humildad pura es el único antídoto".