¿Por qué?
¿Por qué tengo que pasar por esto?... No deja de ser una constante en nosotros —seres humanos, cada uno con una biografía única— que en momentos particulares nos preguntemos el porqué de las cosas que nos acontecen. Para Viktor Frankl se trata de algo propio de nuestra naturaleza. Más aún, el requerimiento más básico del hombre: conocer el sentido por el cual vive justifica el resto de sus necesidades.
Pero incluso cuando hemos conseguido —o al menos, eso creemos— aquello que puede dar un sentido a nuestra vida —trabajo, familia, Dios—, se mantiene a flote el sufrimiento con su carácter de incógnita irresoluble: ¿Por qué tantas injusticias?
Bien sabemos que es poco realista pretender una vida en la que no se sufra. Traducir la felicidad en “ausencia” de dificultades y compromisos, no deja de ser más que una inmadurez. Algunas veces es posible sortear las contradicciones. Sin embargo, otras tantas, aparecen sin que se sea posible apartarse. Pero… ¿y qué hacemos?
Creo que caben dos posibilidades, mejor dicho, dos decisiones a tomar. La primera, acorde con la corriente de pensamiento que predica la no existencia de un sentido último por el cual vivir, consistiría en tratar de apaciguar el dolor que nos causa el sufrimiento con los mismos bienes que nos da la vida, mientras esta transcurre. Posición observada con frecuencia, y no exenta de la posibilidad de caer en algún desorden grave. Luego, estaría aquella posición propuesta por Frankl: como el sufrimiento es un elemento —casi esencial— de nuestra vida, he de esforzarme por conseguirle un sentido. De este modo, cuando la contradicción toque a mi puerta, sabré invitarla cortésmente a pasar. Es significativo el hecho de que, como es bien sabido, Frankl tuvo la oportunidad de “comprobar su tesis”, a través de 4 años de estadía en varios campos de concentración nazi, en una de las situaciones de mayor contradicción que un ser humano haya podido experimentar.
Como iluminado por una luz esperanzadora, en un momento de especial dificultad durante su reclusión, dirá en su conocido libro El hombre en busca de sentido: “Lo que verdaderamente era necesario era un cambio fundamental en nuestra actitud con respecto a la vida. Tenemos que aprender y, más aún, enseñar a aquellos que se encuentran al borde de la desesperación, que realmente no importa lo que nosotros esperamos de la vida, sino aquello que la vida espera de nosotros. Necesitamos frenar el estar constantemente preguntándonos por el sentido de la vida y, en su lugar, pensar en nosotros siendo interpelados por la vida misma, diariamente, a cada hora”. Y continúa: “Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, lo ha de aceptar como una tarea a realizar […] Su única oportunidad de vencer se apoya en la manera en que decida llevar su carga".
Una vez revelado para nosotros —los que nos encontrábamos en el campo— el sentido del sufrimiento, comenzamos a evitar minimizar o apaciguar las torturas ignorándolas, abrigando falsas ilusiones o ilusionándonos con un optimismo artificial. El sufrimiento se había convertido en un tarea de la que no queríamos apartar el hombro.”
Se cuenta de Juan Pablo II que, durante la etapa final de su vida, visitado por un especialista para una meticulosa exploración neurológica, este le preguntó al final: "¿Cómo vive usted, Santo Padre, esta situación?" La pregunta era claramente de carácter médico. La respuesta no se hizo esperar: “Yo me pregunto qué quiere decirme Dios con esto.”
No deja de ser un misterio este “acompañamiento” que proporciona el sufrimiento a la vida de todo ser humano. Más que una teorización, son ejemplos como el de Frankl o el del papa Wojtyla, los que testimonian la existencia de una respuesta satisfactoria a tan antigua interrogante.
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STOP
Esta publicación es indispensable.
Además está impecablemente articulada y redactada.
Gracias por compartir.
Un fuerte abrazo.
Gracias por el comentario @xymaros. Me alegra que te haya gustado ¡Saludos!
Muy bueno @cdcm2112 lo que expones es realmente importante y también deja mucho que pensar, es interesante ver como nos hacemos tantas preguntas y conseguimos pocas respuestas, un saludo.
Preguntar, preguntar y preguntar...
¡De eso se trata! jajaja
¡Un fuerte abrazo @guidom!
¡Ánimo con tu reto diario!
Saludos @cdcm2112 has echo del existencialismo de Frankl, una muy buena comparación. Excelente.
¡Muchas gracias por tu comentario @elinderzambrano!
Buena biografía reflexión.
Aunque considero que deberías ser un poco mas publicista con el titulo, ya que a mi modo de ver no es interesante, deberías colocar títulos que enganchen un poco más al lector o que indique de que trata el post. Piénsalo ;-)
Hola @mariana4ve,
Una vez más, cuenta con que tendré presente tus recomendaciones.
Gracias por leer el post.
¡Saludos!
¿ Como el sufrimiento es parte esencial de nuestras vidas, lo ceptamos siempre que este tenga un proposito, terminariamos "disfrutandolo" como forma de justificar nuestra existencia al dar respuesta a esas interrogantes existenciales? No sé como llegue hasta aquí jeje. ¿tambien me pregunto qué quiere decirme Dios con esto?
Hola @sary.nee,
Tampoco se cómo llegaste, pero me alegra mucho que lo hayas hecho :)
Cuando me refiero al sufrimiento como algo casi esencial en nuestra vida, es porque se trata de una realidad con la que nos topamos con frecuencia; ya sea en nosotros o en los demás. Ahora, como bien dices, no se trata de "encariñarse"ni "agarrarle el gusto"al sufrimiento. Eso sería colocarlo como un "fin" en nuestra vida (como lo hace un masoquista). De lo que se trata es que el sufrimiento puede ser el "medio" para algo, si hay un sentido que lo trascienda y oriente.
Espero haber dejado clara mi posición y agradezco un montón tu comentario.
¡Saludos!