Los niños de ahora
Yo creo que la cosa siempre será igual, de generación en generación y hasta el fin de los tiempos; creo que la evolución misma y los avances nos están llevando a la destrucción y fin de la raza (medio exagerado, aunque ¡sálvese quien pueda!).
Parece que cada vez que avanza una época, la super inteligencia de los recién nacidos se va incrementando exponencialmente con respecto a la anterior. Nunca he visto que la cosa vaya hacia atrás (a excepción de algunos que no tienen arreglo), pero usualmente los adultos halagan los actos impactantes de los más pequeños. Recuerdo cuando niño (maestro, música nostálgica de fondo), que muchos “grandes” se referían a mi como el próximo Presidente de la República (aunque no me gustaría caer tan bajo), o algún futuro científico; todo por saber el abecedario y medio leer a los dos años y medio. A muchos de mis primitos, primitas, niñitos hijos de otra gente y toda miniatura que se atravesaran, el mismo cuento; los grandes solían indagar de la misma forma: “esta muchacha (suspiro), ¡mírala qué coqueta! Seguro será la próxima Miss Universo (ojalá no sea como China del Norte y China del Sur); este muchachito, se la pasa jugando Lego’s todo el día; seguro será un arquitecto que diseñará cohetes espaciales (o terminará albañil)“. Aunque eran cosas simples, las magnificaban; cuando nos veían a todos jugando Game Boy o alguna cosa de ésas, les parecían tan asombroso que sentían ganas de aprender; por más que les explícabamos, no lograban evitar la caída de Mario en el primer hueco o el asesinato a manos de la primera tortuga; ¡Salta, saltaaaaa!
La típica conversación, sobretodo entre abuelas; era algo como “¡Ay no! Esos niños de ahora, ¡qué va! Saben demasiado, más que uno pues; todo eso del cable y el internet, se meten por la computadora e investigan los trabajos del colegio, yo no sé de dónde sale esa información pero es una cosa increíble; mi sobrinita va para seis añitos y sabe marcar los números en el teléfono de la casa; yo a veces ni los veo”. Esos logros “de mi época”, no los encuentro sorprendente; los que sí me sorprenden, son los niños de ahora.
Los niños de ahora se estresan: sí, se obstinan cuando el tetero no está listo; andan con ansias cuando pasan propaganda mientras ven sus programas; le reclaman a los padres cuando estos discuten, diciéndoles que no sean inmaduros, y hasta los mandan a callar. Dicen, literalmente, cosas como: “¡Qué estrés!” o “no me presiones”.
Los niños de ahora tienen Blackberry: piden el pin a los demás amiguitos; les dicen que no están en nada si no tienen un BB; llaman, mandan mensajes, configuran el buzón de voz, reciben correos, hacen spam, están pendientes de cuándo se les vence la renta y reclaman si no les han comprado las tarjetas para recargar; algunos hasta le actualizan el software a los panas y también liberan teléfonos bloqueados.
Los niños de ahora resuelven ellos mismos: no les gusta la dependencia paternal; a veces hasta le sugieren a sus padres irse un buen tiempo de vacaciones; he visto un par de chicos que aún estando en primaria, van al banco a depositar la mensualidad de su colegio o a pagar los servicios del hogar; sólo piden que les dejen el dinero arriba de la vitrina y listo. No van “porque los manden”, sino que prefieren hacer las cosas ellos mismos para asegurarse de que salgan bien. Si tienen hambre, se preparan su pan canilla relleno con jamón, chocolate Cri-Cri, galletas María y Ketchup; sin estarle adulando a nadie.
Los niños de ahora hablan “como adultos”: creo que ya no hay diferencia entre grandes y pequeños; mi primo de cinco años entabla unas conversaciones nada despreciables para su edad; sugiere soluciones a situaciones, como ir al C.C. Hyper Jumbo porque queda más cerca que el C.C. Las Américas (le estresa el tráfico), además que en este último siempre tiembla el suelo. También le echa la paja a todo el mundo; si alguien le dice que diga una mentira o guarde un secreto, inmediatamente lo expone; pide que le enseñe palabras en inglés, las repite hasta que se las aprende, y se la menta a quien sea necesario (hasta en inglés).
Los niños de ahora dicen groserías: aunque creo que esto no es algo nuevo como tal, sí debo reconocer que han mejorado la calidad con respecto a generaciones anteriores. Los de antes las decían sólo porque tal vez lo encontraban gracioso o porque se lo oían mucho a los padres; los de ahora la integran a conversaciones cotidianas; si le dices a un niño que son más galletas para ti, que para él, seguramente te dirá algo como “¡tú si eres arrecho!” o “¡Jodas! Ta’ bien pues”. Otro nivel, indudablemente.
Los niños de ahora aprovechan la tecnología: ponen a grabar los programas en DIRECTV cuando tienen que salir; echan pa’ alante, pa’ atrás, ponen pausa para tomar una siesta y algunos se quejan si el amiguito no tiene High Definition. Le explican a su tía que no es necesario contratar un servicio de internet, ya que le puede robar el Wi-Fi al vecino; algunos son tan duros que adivinan la clave cuando son redes bloqueadas. Tienen Facebook, Twitter, y todas las redes sociales que se atraviesen; no sólo las tienen, las usan (a diferencia de mucho grandotes).
Los niños de ahora acabarán con el mundo: veo que los pequeños de ahora le ofrecen unas manos al adulto que los fastidie; malandrean a todo el mundo e incluso se ríen de manera macabra cuando matan a los enemigos en sus videojuegos; así no recuerdo yo que fuera antes; si un niño medio insultaba a un grande, aquel batacazo. Me imagino que las maestras de hoy en día (si alguna lectora puede dar testimonio), deben estar volviéndose más locas de lo que jamás alguna maestra se volvió; de seguro hasta les lanzan puntas, alusivas a sus cualidades físicas, cortesía de estos pequeños (claro, cuando están buenas). Padres, madres y representantes; les recomiendo altamente enseñar a sus pequeños el uso de preservativos; el hecho que sean pequeños no significa que no puedan estar con una chica que ya esté menstruando. Esos muchachos saben que el cuento de la cigüeña es mentira; ya no creen en Niño Jesús tampoco (aunque se hacen los locos), y algunos hasta se cambian de religión sin haber llegado siquiera a los diez años. Creo que los niños de ahora son de otro planeta (aunque nosotros también lo éramos para nuestros superiores).
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