Itinerario de la humillación: De cómo nos echan varilla y nos acostumbramos
De jóvenes cuando retábamos al mundo recitábamos una frase acartonada: “a mí no me jode quien quiere sino quien puede”. Hoy la frase se ha simplificado: “Ahora quien quiera puede joderme”.
Se ha vuelto tan fácil que te humillen, pues debemos reconocer que no somos de hierro. Entre la desmotivación, el hambre y la vapuleada estima, en ocasiones hasta con una mirada torcida nos sentimos humillados.
Hay humillaciones en vivo y directo. Hay humillaciones en cadena. Hay humillaciones 2.0, como cuando algún “genio” publica anaqueles llenos diciendo que así están nuestros supermercados.
Hay humillaciones en colas, comercios, entes públicos, y hasta humillaciones de clase, cuando te roba tu mismo vecino del barrio. Nos humilla gobierno, oposición, comerciantes, países vecinos con xenofobia, y hasta un bichito rastrero llamado “bachaquero”.
Mi amigo Climaco, el viejo antes de tiempo, acostumbra a anotar sus mandados pendientes, ahora los resume y escribe incluso, como terminará su agenda:
Lunes: Hacer la cola en el banco. Será muy larga y con estómago vacío. Sin seguridad de conseguir efectivo. Me corresponde el Banco Bicentenario, la humillación será doble. No podré hacer más mandados. Saldré en la tarde agotado, aporreado y vuelto ñoña.
Martes: Pagar servicios. Debo cancelar los servicios que no tengo. Desde el año pasado no llega el agua por tuberías, pero Hidropáez me humilla con un comercial que me “invita” a pagar. Voy a Corpoelec y la sede esta abandonada y con poca luz.
Miércoles: Colas. Según mi desgastada cédula, me corresponde comprar harina y arroz. Nunca logro el objetivo. Las colas aumentan y los sesudos defensores de esto dentro de su lógica simplista dicen: “la vaina esta buena, si hay gente haciendo cola, es porque hay real”.
Jueves: Reuniones y conversas pendientes para cuadrar acuerdos y negocios. Ninguno se concreta. No hay panadería donde te puedas reunir. Entre colas y “pedigüeños” te hacen imposible conversar sin interrupciones. Las plazas están sucias y abandonadas.
Viernes: Fin de la jornada laboral, pero nunca sé si es lunes o viernes. Todos los días ahora son iguales. La humillación “no tiene hora ni fecha en el calendario”. Lo que antes los picaflores llamaban viernes de aroma, aroma se llama viernes gris.
Fin de semana: En blanco. Ya no se planifica. Eran días para visitar la familia. Ir a una plaza, viajar, salir a cenar. Ni se le ocurra, su vida corre peligro. Ya no hay transporte ni efectivo. Negocios cerrados y nada que llevarle a quien visitas. Si alguien venía a visitarnos, echábamos más agua a la sopa, ahora pasamos llave y colocamos un cepillo tras la puerta. .
Ante este panorama, Clímaco opta por replanificar y quedarse en casa. Advertencia: Habrá cortes de luz esta semana. El internetr fallará. Aun persiste la falla en la señal telefónica. No han repuesto el cable de la TV. Se avecinan precipitaciones de aumentos, y prepárese, se acabó el papel toilet.
Orlando Medina Bencomo