Viajes: el encanto de Valparaíso
Hace tres meses tuve la oportunidad de hacer mi primer viaje en tierras australes y me escapé de la capital chilena hacia el océano. Después de Santiago, una de las ciudades (y de los puertos) más importantes de Chile es Valparaíso. Ubicada a un par de horas en bus, sus coloridos cerros y su vista hacia el Pacífico hacen de Valparaíso un destino hermoso, no sólo para visitar, sino también para vivir. Y si no, pregúntenle a Neruda.
El rasgo más característico de la ciudad es que está hecha de cerros. Es decir, Valparaíso se extiende a lo largo de la costa del Pacífico, pero tiene una topografía irregular, por lo que es necesario, si se quiere recorrer la ciudad, utilizar algún medio de locomoción, taxi, bus. Recorrer Valparaíso a pie puede ser no sólo demorado, sino en extremo agotador. Precisamente debido a esa inclinación del suelo, durante el siglo pasado se construyeron elevadores urbanos para que las personas pudieran ir de un lugar a otro de forma más directa. Actualmente, la mayoría están en desuso, pero unos pocos se mantienen y han sido restaurados para usarse como atractivo turístico por una suma ínfima. Nunca había usado un servicio parecido, ni siquiera un funicular y me llamó la atención ver los rieles sobre la superficie y el interior de las cabinas forrado en madera. Que se mantengan en funcionamiento aún hoy, después de un siglo en uso, habla de la calidad con que fueron diseñados y construidos.
Como quería aprovechar el día al máximo, decidí incluirme en un tour (la oferta de estos, abunda) que cubriría varios de los puntos importantes. Comenzamos en el puerto deportivo y la zona en donde se congregan los leones marinos. Luego subimos en el elevador del que les hablé y recorrimos lugares como el arco inglés, el puerto, la aduana; vimos el edificio de la armada, la plaza Arturo Pratt, e incluso pudimos ver uno de los trolebuses (buses eléctricos) que aún se mantienen en funcionamiento:
Las paradas eran de unos veinte a treinta minutos en cada uno de los puntos, lo que daba tiempo para caminar por los alrededores, comprar algún souvenir y entrar en contacto con los locales y la gran cantidad de turistas que transitaban por allí. Otra de las cosas que destacan en Valparaíso son las coloridas fachadas de las casas. Según contó nuestro guía, hace muchos años los locales utilizaban las pinturas de los barcos para proteger sus fachadas del salitre y de allí surgió la posterior tradición de utilizar colores vistosos y motivos muy alegres y coloridos para las casas, restaurantes, calles.
Una de las paradas más emocionantes del recorrido, fue la visita a La Sebastiana, la casa de Pablo Neruda en Valparaíso, sobre la cual hice una publicación hace algunas semanas. Para revisarla pueden hacer clic en este enlace: Donde habitan las musas: la Casa de Pablo Neruda. En una de las últimas paradas del recorrido, caminamos por la costa frente al Museo Marítimo y almorzamos en un restaurante emblemático de la zona. Pedí salmón (no recuerdo de qué era la salsa) con arroz y vino blanco.
Cerca de la zona, hay algunos de los también característicos escalones coloridos que los turistas utilizan para tomarse fotos. Si tienen la oportunidad, visiten Valparaíso. Más de un día. Yo tengo ganas de volver unas cuantas veces para descubrir más rincones llenos de color y de magia. En el aire de Valpo, como la llaman los locales, se respira alegría, tranquilidad e historia. Es una ciudad que sabe a poesía.
Qué buena descripción, rica en detalles y las fotos muy buenas.