SENCILLEZ DIGNA Y CREADORA
Cuando nos reunimos familiares y amigos de manera informal, surge el encuentro, las anécdotas y las historias más significativas de nuestras vidas. Hoy con equipos sofisticados, se escucha todo tipo de música que alegra la estada, se comparten comidas y bebidas, se oyen chistes y cuentos. Hay mucho de qué hablar. - ¡Pero acaso nos detenemos a preguntar!: ¿Cómo eran esas fiestas a principios de siglo?, ¿Qué música escuchaban nuestros abuelos?, ¿Cómo se divertían si no había luz?, igual, pero con música en vivo.
A comienzos del siglo XIX, llega a América Latina el vals, ya popularizado en Europa y de origen alemán. En 1830, era tocado con piano en grandes salones caraqueños e importantes ciudades de Venezuela. Mientras esclavos y gente del pueblo lo copiaba para sus saraos, fandangos y zarambeques. - ¡Alto! pero ¿qué era eso? no más que fiestas bulliciosas, cargadas de alegría y de encuentros inesperados.
Como era imposible obtener un piano, en el ambiente campesino imitaban aquellos ritmos parecidos al vals con violín, mandolina e instrumentos de viento según la región en la que se encontrasen. Los imitadores producían sus propias melodías. Del piano, pasa al teatro, luego a bandas militares y civiles, orquestas, conciertos al aire libre, que deleitaban la tarde de grandes y chicos.
Esa reproducción con acento criollo, con diferente carácter, nuevas frases melódicas, pero con apego al estilo europeo, se convierten en figuras rítmicas más sabrosas, síncopas, contratiempos, el propio acento venezolano y de ahí surge la música popular: el Joropo.
Así como el fandango propio de la herencia española, era ejecutado por guitarra, castañuelas, violín y acompañado con cantos, el zarambeque, una danza al propio estilo de los negros, surge el joropo, del ritmo a tres tiempos, vigoroso, alegre y de la vida sencilla. El cuatro europeo, el arpa, y las maracas indígenas, configuraban la identidad para estimular esa pobreza digna, siempre con uno o más cantadores. Pasajes, corríos y golpes eran los más comunes para bailar en las reuniones familiares, caseríos campesinos o áreas urbanas.
Cruz Quinal El Rey del Bandolín
Como hemos visto, del vals nació el joropo, que no era bailado por la clase alta de la época. Con la venida del petróleo, comienzan a llegar máquinas reproductoras y se empieza a difundir el repertorio popular venezolano.
En la actualidad aún se conservan esos hermosos valses y joropos, gracias al inexorable trabajo que aún las orquestas típicas, ensambles musicales, estudiantinas y retretas realizan.
Este es un trabajo muy bien realizado, @karynfree. Leí todo, y no pude apreciar los vídeos porque no tengo audio en la computadora actualmente. Te deseo éxitos, y visitaré tu portal a menudo. Bendiciones de Dios.
Saludos maestro aprecio su comentario, viniendo de usted es todo un honor. Gracias!
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Si me explicas como participar, porque recién estoy aprendiendo el funcionamiento de la comunidad.