Pasión y Deseo.
Buenas buenas, espero que lo disfruten.
Llegamos a una zona lujosa, donde habían varios conjuntos residenciales, estacionamos en uno de ellos tenía al menos diez pisos de altura. A su alrededor habían áreas verdes adornadas con arbustos de rosas de todos los colores, la entrada era enorme con puertas de cristal, cada piso contaba con grandes ventanales y balcones. Tal parece que todo lo que tenía que ver con Jess era impresionante.
-¡Bajemos, pequeña!
Salté de la motocicleta y me di vuelta para observar todo el panorama, tenía mis manos dentro de los bolsillos, mi cara tuvo que haber sido un poema.
-¡Wow! Es un lugar realmente lindo. –le dije impresionada-.
-¿Te gusta?
-Sí, es asombroso.
-Oye, ven aquí. –Extendió su mano-.
Me acerqué a ella y nos recostamos en la Kickboxer, me besó apasionadamente, metió sus manos por la parte trasera de mi pantalón rozando la piel de sus manos sobre mi piel, sentía cómo le ardían las manos y por la forma en que me besaba parecía tener un deseo salvaje, un deseo por devorarme. La misma sensación del primer beso me invadió pero con más ímpetu, me recorrió cada centímetro de la piel, llegando hasta mis pezones, el corazón se aceleró y entre mis pantys se humedeció, la tomé del cuello y me dejé llevar, me perdí en sus besos salvajes y envolventes.
-¡No podemos estar aquí! Tú me descontrolas, pequeña –dijo mientras se arreglaba el cabello-. Subamos.
Yo estaba hiperventilada, mis ganas de besarla y de tocarla desbordaban por cada poro de mi cuerpo, aunque estaba haciendo frío yo estaba sudando como si estuviera haciendo un clima de 40°. Me tomó de la mano y subimos hasta lo más alto del edificio, el PentHouse, el viaje en el ascensor se convirtió en una guerra de besos y caricias deseando llegar a su piso y estar a solas.
No hubo tiempo de observar o detallar nada, en ese momento sólo pude sentir el calor de la calefacción y la de dos cuerpos próximos a sumergirse en los más profundos deseos de la piel. Jess me tomó en sus brazos lo más cerca posible que podía estar de su cuerpo, la ropa estaba de más.
-¡He deseado tanto este momento! –Estaba excitada y jadeaba de deseo-.
Desabrochó el botón de mi pantalón e introdujo su mano dentro de él al mismo tiempo que recorría mis labios con su lengua, su boca me descolocaba y mi vulnerabilidad aumentaba cada vez que sus dientes rozaban mis labios en una suave mordida. Me quitó la bufanda, la chaqueta y el suéter, colocó sus manos sobre mis caderas haciendo un recorrido hacia arriba, desabrochó el sujetador y mis tetas quedaron al descubierto, mis pezones estaban erectos mostrando un rosado más intenso de lo normal.
Ella se desnudo frente a mí, estaba ansiosa, quería despojarse de todo lo más pronto posible. Cuando quedó desnuda frente a mí descubrí la belleza de su cuerpo, su piel como la nieve que me encantaba, sus tetas redondeadas y firmes, pezones rosados y una figura atlética, caderas curveadas y su culo, joder, su culo era perfecto.
-¡Maldición! –Exclamé al verla-. Nunca había visto tanta perfección, era una diosa.
Me tiró en la cama, me quitó las botas, el pantalón y las pantys de encaje rojas que ya estaban demasiado mojadas, quedé totalmente desnuda y vulnerable, estaba nerviosa pero el deseo era tan incontrolable que deseaba que posara sus labios sobre mí. Se subió en la cama y me beso, sentía su piel caliente rozando entre mis piernas, me besó y luego se acercó a mi oído, aún puedo sentir el escalofrío cuando me susurró:
-¡Te voy a follar como a nadie, mi pequeña!
Su voz provocó que mi cuerpo temblara y se ruborizaron mis mejillas hasta el tope.
-¡Hazlo ya! –dije con tono de suplica-.
Me besó sin tregua alguna, su lengua, sus dientes, frotaba mis tetas y acaricia mis pezones, recorrió mi cuello con besos mientras acariciaba mi entrepierna inundada de deseo, sentí sus labios suaves y húmedos en mis pezones, los recorrió con su lengua y me los aprisionó dentro de su boca, se alternaba primero uno y luego el otro.
Yo me aferraba de las sábanas, a su espalda, introducía mis manos dentro de su cabello mientras apretaba mis piernas a punto de estallar, cerraba los ojos con fuerza, la sensación era descomunal. Se separó de mis tetas y empezó a recorrer cada centímetro de mi pecho, su lengua transitó el camino de mi abdomen mientras se sostenía de mis caderas, yo me erguía y me echaba hacía adelante para sentirla. Mi pelvis palpitaba y yo sólo deseaba sentir su lengua en un lugar, bajó hasta llegar a mi vagina, abrió mis piernas con suavidad.
-Es preciosa –dijo para sí misma-.
Ella no lo supo pero sonreí avergonzada cuando la escuché decirlo.
Me acarició el clítoris con su dedo, todo con suavidad, yo mantenía mis ojos cerrados cuando sentí su fría lengua lamiéndome, mis deseos explotaron en ese momento, me acariciaba cada pliegue en movimientos variados y circulares, -ella sabía muy bien lo que estaba haciendo-. Introdujo su lengua dentro de mí, yo la tomé de su cabello y la acercaba mucho más a mí. Estuvo unos segundo más allí, regresó a mi boca y clavando sus enormes ojos azules sobre mí me dijo:
-¿Estás lista? –me besó tiernamente-.
Asentí con la cabeza, no era capaz de emitir ningún hilo de voz.
Volvió a abrir mis piernas y exploró con su tacto, estaba asustada pero quería que lo hiciera.
-¡Mírame, pequeña! –Dijo con la excitación al borde del colapso-.
La miré y poco a poco fue introduciendo su dedo despojándome de mi virginidad, el dolor y el placer se mezclaron pero no dejaba de ver sus alucinantes ojos, su dedo estaba dentro de mí y sentí como me acariciaba dejándome extasiada, me rendí ante ella. Movió su dedo hacia atrás y hacia adelante, despacio y luego un poco más rápido. Ella gemía al verme y yo gemía también, me movía a su ritmo. Un gemido se apoderó de mi cuando sentí como un líquido se corría desde mis adentros, la mano de Jess quedó empapada.
-¡Eres perfecta! –soltó en un suspiro y un gemido agitado-.
Fuegos artificiales resonaron en el cielo, sonidos de alegría, ruidos de felicidad y algarabía.
-¡Feliz año nuevo, mi dulce pequeña! –se hundió entre mis labios en un beso tranquilizador-.
-¡Feliz año, cariño! –Dije en voz baja recuperándome de lo sucedido-.
Jess, me abrazo y nos quedamos desnudas en silencio. Mientras que afuera las personas celebraban la llegada de un nuevo, yo estaba con una de las mujeres más sensuales que pudiera existir, a quien le había entregado mi virginidad, mis deseos, mis ganas y hasta mi amor. ¡Vaya manera de recibir el año!
Karly Sanz.