La soltería de las mujeres amenaza al patriarcado
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Nacer, crecer, estudiar, graduarse, trabajar, casarse y tener hijos; este es el proyecto de vida prediseñado por el sistema patriarcal, y por lo que se considerará exitosa a una persona que lo cumpla en ese orden, sea hombre o mujer, aunque dependiendo de la cultura, la nacionalidad, la raza, la etnia, la religión y el estrato social, para las mujeres pueden suprimirse las etapas 3, 4 y 5, es decir, estudiar, graduarse y trabajar, para considerarse o no exitosa.
En la concepción machista la relevancia de cada etapa tiene un significado diferente, socialmente hablando, según el género. Pues para los hombres la plenitud del éxito se basa en la realización profesional, es decir, estudiar, graduarse y trabajar. En cambio, en las mujeres esta radica en tener hijos.
Legalmente hablando, el estado civil de una persona expresa su condición en función de si tiene o no pareja y su situación legal al respecto de esto. De los cinco estados civiles que hay en Venezuela, cuatro se derivan de la presente o pasada relación de pareja que una persona tiene o pudo tener y el quinto se expresa en función de la pareja que aún no ha tenido.
Más allá de las implicaciones legales asociadas a cada estado civil, y siendo que la intención de estas líneas no es polemizar entre si es mejor o peor la vida en pareja que la soltería, hay un montón de supuestos sociales que dependen de cada uno de esos estados civiles y que establecen enormes diferencias en base al género.
En el caso de los hombres, estar solteros, divorciados o viudos es prácticamente la misma cosa y en algunos casos (para decir que hay excepciones) casados o comprometidos también. En cambio para la mujer no.
A mis 33 años de soltería he tenido que soportar cuestionamientos sobre mi sexualidad, incluyendo preguntas sobre mis preferencias sexuales o mi actividad sexual. Tal vez un hombre soltero y sin hijos después de los cincuenta deba enfrentar un cuestionamiento similar, tal vez.
También he aguantado largos sermones, comentarios, ejemplos, consejos, sugerencias y opiniones de familiares, amigos y amigas sobre la importancia y las bondades de casarse y tener hijos.
Asimismo, la exclusión de conversaciones sobre maternidad o matrimonio, e incluso de divorcios, porque yo no sé de eso, aunque todos sean expertos en soltería, como si se tratase de relaciones entre extraterrestres y no de relacionamiento humano, o como si la soltería inhabilitara a algunas personas para entender hasta las situaciones más comunes.
He tenido que lidiar con decenas de intentos de reclutamiento o sugestión para optar por la vida consagrada o religiosa.
Una de las cosas más difíciles de manejar es la expresión de lástima alentadora, esa cosa rara que comienza con lamentarse por tu soltería y termina queriéndote levantar el ánimo y darte esperanzas de que algún día podrás alcanzar la felicidad en el matrimonio y particularmente cuando seas madre, esas expresiones que no son capaces de identificar un WTF en tu rostro mientras hablan.
Pero el culmen ha sido tener que soportar chistes y ofrecimientos de mis amigos hombres, gente que me ama, desde su entendimiento del amor, y a la que amo, y quienes profundamente preocupados por mí, se han ofrecido como voluntarios por si alguna vez quiero embarazarme y para entonces sigo soltera. Por supuesto, acompañado del recordatorio del calendario y los riesgos de un embarazo a más edad.
La presión social sobre una mujer soltera, especialmente después de los 30 años de edad, y más aún sin hijos, podría condenarnos a muerte. Un descuido del consiente que abra espacios para que cualquiera de estos mensajes llegan al subconsciente puede ser devastador.
Particularmente he tenido acompañamiento y las herramientas para trabajar conmigo misma, para conocerme y reconocerme, para descubrir mis cimientos, cambiar mis preceptos y creencias fundamentales y poder evolucionar en mi empoderamiento como mujer.
Afortunadamente no me ha costado demasiado dinero, debido a circunstancias particulares de vida y de relacionamiento, poder sentirme no anormal o defectuosa por no creerme un ser incompleto debido a mi estado civil de soltera y no madre.
De otro modo, o estaría arruinada entre sesiones de psicoanálisis, autoayuda o psiquiatría, o estaría muerta (de alguna manera) o sería una infeliz depresiva.
No es de mi interés en estas líneas cuestionar la vida en pareja o la maternidad per se, sin dudas creo que esas son una opción de vida válida, podría cuestionar el modo en el que se interpretan algunas condiciones asociadas a las mismas, pero no es el tema ahora. Lo que si he de cuestionar es que se mire a la soltería de las mujeres como el estado civil por descarte, sin mérito, sin derecho a reconocimiento o como una opción de vida desencajada socialmente.
Entre los dilemas en los que me pone mi soltería también he descubierto múltiples beneficios, la independencia económica, la administración de mi tiempo, mi autonomía funcional, lograr mi propio patrimonio, dedicación a mi profesionalización, libertad de decisión sobre estos aspectos de mi vida, salir, pasear, viajar sin mayores complicaciones, tener compañía o no tenerla cuando quiera, entre otros.
Pero no se trata de una competencia o de poner en una balanza qué es mejor si estar soltera o casada, ser madre o no serlo, más bien he asumido la soltería de la mujer más allá del mero estado civil que expresa una condición legal, la asumo como una construcción social determinada mucho más por las actitudes con las que se ejercen los roles de la mujer asociados a esos estados civiles.
Pues hay roles de cuidadora o proveedora que son asignadas a las mujeres solteras sobre sus padres, madres o hermanos, en la que otros miembros de la familia casados, divorciados o viudos pero con responsabilidades de paternidad o maternidad se excusan para no asumir que intentan hacer volver a su lugar en el sistema patriarcal a las mujeres solteras..
Cuando se rompe la diferenciación en el modo en que vive una mujer soltera y el modo en que vive una mujer en cualquier otro estado civil, la soltería de las mujeres condiciona la soltería de los hombres, pues obliga a la negociación de responsabilidades en la relación de pareja, obliga al hombre a la negociación de espacios de desarrollo profesional, obliga al hombre a permitir el desarrollo educativo de las mujeres, en fin, obliga al hombre a compartir el poder.
Las solteras hemos demostrado que los hombres no son indispensables para su éxito y su desarrollo, de ahí que haya que minimizar a las solteras, satanizarlas, atacarlas y en lo posible desaparecerlas para que prevalezca el patriarcado. Las mujeres solteras van contra los estereotipos que se desprenden del rol machista que se impone a la mujer como esposa-madre, alterando el orden conocido e impulsando la aparición de nuevas formas de relacionamiento y administración de poder entre hombre y mujer.
Desaparecer la condición de maternidad como impedimento para el desarrollo laboral de las mujeres implica que no podrían ser condenadas nunca más a la privacidad del hogar, ya no habría manera de encerrarlas lejos de los espacios de poder, de los espacios donde se decide la vida de la sociedad.
Y sin maternidad ni responsabilidades de hogar, el patriarcado se queda sin argumentos para no compartir el poder, es por ello que necesita destruir a la soltería de la mujer. Pues al final lo más importante no es si criamos o no a los hijos, lo que les preocupa es tener que compartir el poder con una mujer.
Pero la amenaza que implica la soltería de la mujer al sistema patriarcal, va más allá. Pues dejando de lado la maternidad y el matrimonio (temporal o permanentemente), la mujer soltera ha podio derrumbar otros mitos sobre los cuales el patriarcado basa el modo de relacionamiento de los sexos.
Las mujeres solteras una de las primeras cosas que debimos resolver fue nuestro propio sostenimiento, ya que sin un hombre proveedor que cubra nuestras necesidades económicas de alimentación, casa y vestido, hemos saboreado las mieles de la independencia económica, condición primaria para la superación de la opresión del hombre sobre la mujer.
Un hecho que trastoca también la vida de las mujeres con otros estados civiles, pues cuestiona si los hombres son indispensables para el sostenimiento del hogar, lo que disminuye su poderío para imponer su voluntad a todo tren y cuestiona las condiciones bajo las que se establecen la relación, pues si el lugar del hombre en un hogar no es enfática y únicamente el de proveer ¿cuál es entonces?
La soltería de las mujeres, sin excusas de maternidad o tareas de cuidado del hogar, nos da tiempo para estudiar, formarnos, y participar activamente en espacios de debate en ámbitos públicos y sobre temas de interés político, económico y social, que no sería posible desde la privacidad del hogar. Lo que, pese a todos los obstáculos que aún se imponen, significa la posibilidad de ocupar espacios de poder y de ejercicio de liderazgo de las mujeres.
Luego, este proceso de empoderamiento de las mujeres, al ir desmontando los estereotipos impuestos por el sistema patriarcal, va eliminando las excusas incluso para que las mujeres casadas y con hijos, si lo desean, puedan desarrollarse personal y profesionalmente, al obligar a establecer un nuevo orden para el relacionamiento de hombres y mujeres.
Nuevo orden este que supondrá que el hombre casado viva como casado y no como soltero mientras recarga toda la responsabilidad de tener un hogar sobre su compañera, nuevo orden que implicará que el hombre padre no viva como soltero y comparta la responsabilidad de tener hijos con quien decidió formar familia, y que tanto hombre como mujer puedan tener las mismas oportunidades de desarrollo personal.
Las mujeres solteras se rebelan y reclama otro lugar en la sociedad para las mujeres en general. Pues el éxito de una mujer soltera jamás se mide por su maternidad.
Por lo que la soltería de las mujeres, más que suponer un motivo para la estigmatización social, es una oportunidad de lucha contra el sistema patriarcal que se resiste atacándola y condenándola.
La soltería de las mujeres nos pone un reto como sociedad, superar el “deber ser” que esconde el machismo y encontrar un equilibrio para lograr el bienestar de cada miembro de la sociedad, respetando el derecho de cada mujer a elegir lo que quiera hacer con su vida.
En la concepción machista la relevancia de cada etapa tiene un significado diferente, socialmente hablando, según el género. Pues para los hombres la plenitud del éxito se basa en la realización profesional, es decir, estudiar, graduarse y trabajar. En cambio, en las mujeres esta radica en tener hijos.
Legalmente hablando, el estado civil de una persona expresa su condición en función de si tiene o no pareja y su situación legal al respecto de esto. De los cinco estados civiles que hay en Venezuela, cuatro se derivan de la presente o pasada relación de pareja que una persona tiene o pudo tener y el quinto se expresa en función de la pareja que aún no ha tenido.
Más allá de las implicaciones legales asociadas a cada estado civil, y siendo que la intención de estas líneas no es polemizar entre si es mejor o peor la vida en pareja que la soltería, hay un montón de supuestos sociales que dependen de cada uno de esos estados civiles y que establecen enormes diferencias en base al género.
En el caso de los hombres, estar solteros, divorciados o viudos es prácticamente la misma cosa y en algunos casos (para decir que hay excepciones) casados o comprometidos también. En cambio para la mujer no.
A mis 33 años de soltería he tenido que soportar cuestionamientos sobre mi sexualidad, incluyendo preguntas sobre mis preferencias sexuales o mi actividad sexual. Tal vez un hombre soltero y sin hijos después de los cincuenta deba enfrentar un cuestionamiento similar, tal vez.
También he aguantado largos sermones, comentarios, ejemplos, consejos, sugerencias y opiniones de familiares, amigos y amigas sobre la importancia y las bondades de casarse y tener hijos.
Asimismo, la exclusión de conversaciones sobre maternidad o matrimonio, e incluso de divorcios, porque yo no sé de eso, aunque todos sean expertos en soltería, como si se tratase de relaciones entre extraterrestres y no de relacionamiento humano, o como si la soltería inhabilitara a algunas personas para entender hasta las situaciones más comunes.
He tenido que lidiar con decenas de intentos de reclutamiento o sugestión para optar por la vida consagrada o religiosa.
Una de las cosas más difíciles de manejar es la expresión de lástima alentadora, esa cosa rara que comienza con lamentarse por tu soltería y termina queriéndote levantar el ánimo y darte esperanzas de que algún día podrás alcanzar la felicidad en el matrimonio y particularmente cuando seas madre, esas expresiones que no son capaces de identificar un WTF en tu rostro mientras hablan.
Pero el culmen ha sido tener que soportar chistes y ofrecimientos de mis amigos hombres, gente que me ama, desde su entendimiento del amor, y a la que amo, y quienes profundamente preocupados por mí, se han ofrecido como voluntarios por si alguna vez quiero embarazarme y para entonces sigo soltera. Por supuesto, acompañado del recordatorio del calendario y los riesgos de un embarazo a más edad.
La presión social sobre una mujer soltera, especialmente después de los 30 años de edad, y más aún sin hijos, podría condenarnos a muerte. Un descuido del consiente que abra espacios para que cualquiera de estos mensajes llegan al subconsciente puede ser devastador.
Particularmente he tenido acompañamiento y las herramientas para trabajar conmigo misma, para conocerme y reconocerme, para descubrir mis cimientos, cambiar mis preceptos y creencias fundamentales y poder evolucionar en mi empoderamiento como mujer.
Afortunadamente no me ha costado demasiado dinero, debido a circunstancias particulares de vida y de relacionamiento, poder sentirme no anormal o defectuosa por no creerme un ser incompleto debido a mi estado civil de soltera y no madre.
De otro modo, o estaría arruinada entre sesiones de psicoanálisis, autoayuda o psiquiatría, o estaría muerta (de alguna manera) o sería una infeliz depresiva.
No es de mi interés en estas líneas cuestionar la vida en pareja o la maternidad per se, sin dudas creo que esas son una opción de vida válida, podría cuestionar el modo en el que se interpretan algunas condiciones asociadas a las mismas, pero no es el tema ahora. Lo que si he de cuestionar es que se mire a la soltería de las mujeres como el estado civil por descarte, sin mérito, sin derecho a reconocimiento o como una opción de vida desencajada socialmente.
Entre los dilemas en los que me pone mi soltería también he descubierto múltiples beneficios, la independencia económica, la administración de mi tiempo, mi autonomía funcional, lograr mi propio patrimonio, dedicación a mi profesionalización, libertad de decisión sobre estos aspectos de mi vida, salir, pasear, viajar sin mayores complicaciones, tener compañía o no tenerla cuando quiera, entre otros.
Pero no se trata de una competencia o de poner en una balanza qué es mejor si estar soltera o casada, ser madre o no serlo, más bien he asumido la soltería de la mujer más allá del mero estado civil que expresa una condición legal, la asumo como una construcción social determinada mucho más por las actitudes con las que se ejercen los roles de la mujer asociados a esos estados civiles.
Pues hay roles de cuidadora o proveedora que son asignadas a las mujeres solteras sobre sus padres, madres o hermanos, en la que otros miembros de la familia casados, divorciados o viudos pero con responsabilidades de paternidad o maternidad se excusan para no asumir que intentan hacer volver a su lugar en el sistema patriarcal a las mujeres solteras..
Cuando se rompe la diferenciación en el modo en que vive una mujer soltera y el modo en que vive una mujer en cualquier otro estado civil, la soltería de las mujeres condiciona la soltería de los hombres, pues obliga a la negociación de responsabilidades en la relación de pareja, obliga al hombre a la negociación de espacios de desarrollo profesional, obliga al hombre a permitir el desarrollo educativo de las mujeres, en fin, obliga al hombre a compartir el poder.
Las solteras hemos demostrado que los hombres no son indispensables para su éxito y su desarrollo, de ahí que haya que minimizar a las solteras, satanizarlas, atacarlas y en lo posible desaparecerlas para que prevalezca el patriarcado. Las mujeres solteras van contra los estereotipos que se desprenden del rol machista que se impone a la mujer como esposa-madre, alterando el orden conocido e impulsando la aparición de nuevas formas de relacionamiento y administración de poder entre hombre y mujer.
Desaparecer la condición de maternidad como impedimento para el desarrollo laboral de las mujeres implica que no podrían ser condenadas nunca más a la privacidad del hogar, ya no habría manera de encerrarlas lejos de los espacios de poder, de los espacios donde se decide la vida de la sociedad.
Y sin maternidad ni responsabilidades de hogar, el patriarcado se queda sin argumentos para no compartir el poder, es por ello que necesita destruir a la soltería de la mujer. Pues al final lo más importante no es si criamos o no a los hijos, lo que les preocupa es tener que compartir el poder con una mujer.
Pero la amenaza que implica la soltería de la mujer al sistema patriarcal, va más allá. Pues dejando de lado la maternidad y el matrimonio (temporal o permanentemente), la mujer soltera ha podio derrumbar otros mitos sobre los cuales el patriarcado basa el modo de relacionamiento de los sexos.
Las mujeres solteras una de las primeras cosas que debimos resolver fue nuestro propio sostenimiento, ya que sin un hombre proveedor que cubra nuestras necesidades económicas de alimentación, casa y vestido, hemos saboreado las mieles de la independencia económica, condición primaria para la superación de la opresión del hombre sobre la mujer.
Un hecho que trastoca también la vida de las mujeres con otros estados civiles, pues cuestiona si los hombres son indispensables para el sostenimiento del hogar, lo que disminuye su poderío para imponer su voluntad a todo tren y cuestiona las condiciones bajo las que se establecen la relación, pues si el lugar del hombre en un hogar no es enfática y únicamente el de proveer ¿cuál es entonces?
La soltería de las mujeres, sin excusas de maternidad o tareas de cuidado del hogar, nos da tiempo para estudiar, formarnos, y participar activamente en espacios de debate en ámbitos públicos y sobre temas de interés político, económico y social, que no sería posible desde la privacidad del hogar. Lo que, pese a todos los obstáculos que aún se imponen, significa la posibilidad de ocupar espacios de poder y de ejercicio de liderazgo de las mujeres.
Luego, este proceso de empoderamiento de las mujeres, al ir desmontando los estereotipos impuestos por el sistema patriarcal, va eliminando las excusas incluso para que las mujeres casadas y con hijos, si lo desean, puedan desarrollarse personal y profesionalmente, al obligar a establecer un nuevo orden para el relacionamiento de hombres y mujeres.
Nuevo orden este que supondrá que el hombre casado viva como casado y no como soltero mientras recarga toda la responsabilidad de tener un hogar sobre su compañera, nuevo orden que implicará que el hombre padre no viva como soltero y comparta la responsabilidad de tener hijos con quien decidió formar familia, y que tanto hombre como mujer puedan tener las mismas oportunidades de desarrollo personal.
Las mujeres solteras se rebelan y reclama otro lugar en la sociedad para las mujeres en general. Pues el éxito de una mujer soltera jamás se mide por su maternidad.
Por lo que la soltería de las mujeres, más que suponer un motivo para la estigmatización social, es una oportunidad de lucha contra el sistema patriarcal que se resiste atacándola y condenándola.
La soltería de las mujeres nos pone un reto como sociedad, superar el “deber ser” que esconde el machismo y encontrar un equilibrio para lograr el bienestar de cada miembro de la sociedad, respetando el derecho de cada mujer a elegir lo que quiera hacer con su vida.
Me sorprendió encontrar tantas generalizaciones y lugares comunes. No sé si es que hablas de 1930. No entiendo si hablas del feminismo en el mundo o entre quienes conoces en tu ciudad. No sé si la abuela divorciada entre en tu análisis, si la neurocirujana con cuatro hijos y un esposo que comparte tareas domésticas y profesión a quien entrevisté hace años es una ilusión, pero sí puedo decir que es tercera vez este año que me han discriminado -esta vez no personalmente- por tener pene. Porque no hay otra razón. Dos veces antes me dijeron que no podía enseñar Excel por ser hombre. Y ahora esto, una presunta realidad donde no sufrí -como otros amigos- no haberme casado -entonces- a los 30. Como si ninguna mujer jodedora o tío jodedor habló de "hacerle el favor" o "ser mamón macho" a hombres. Ni hablar de la sospecha de ser gay. Creo además que se está confundiendo la presión social con el patriarcado. Estudiar, trabajar y tener hijos ataca por igual al hombre hippie o científico, a la mujer deseosa de casarse sin lograrlo. Como micromachista -entendí que no puedo llamarme feminista por mera simpatía o esfuerzo- creo que la soltería no es una virtud y que el matrimonio no es el enemigo, como no es solución a la infidelidad quemar el colchón. Falta empatía para no creer que vivimos en la época de mis abuelos andinos. Al contrario, estamos lejos de eso. E incluso tenemos nuevos males: la emulación del machismo por mujeres, como me dijo una profesora feminista y pro-agricultura urbana de la UCV o la directora Lali Armengol: mujeres actuando como lo que le criticamos a los hombres. Supongo que habrá autoras que han ahondado en esto. La soltería femenina (no se aclara aquí si los hombres también podemos rechazarlo para no ser proveedores y opresores o si somos malos siempre) no amenaza al patriarcado, a mi parecer, lo hará quienes dejen de sexualizarlo todo viendo amenazas personales donde hay otros males sociales. Lo demás: luchar contra una nueva desigualdad que ahora me azota.
Mi querido Jean, lamento que te sientas discriminado por tercera vez este año por tener pene, yo me he sentido discriminada incontables veces cada año en 33 años por no tenerlo, y sabiendo lo que se siente no es esa la intención de mis palabras, pues no considero ni que todos los hombres son malos ni que son mis enemigos, por el contrario, creo que también son víctimas de la idiología patriarcal, lo decía al principio, también se espera que cumplan con el proyecto de vida pre-diseñado por este. Se diferencian los énfasis según algunas condiciones que imponen la cultura, la etnia, la nacionalidad, la religión, la raza y el estrato social, entre otros, pero perdoname, las mujeres somos la mitad de la población mundial, los hippies y científicos no, y aún entre ellos hay que contar mujeres, así que no me digas que "ataca por igual" a hippies y científicos que a las mujeres. Definitivamente estaré de acuerdo contigo en que el matrimonio per se no es el enemigo, también lo dije, pero tú si pareces ver la soltería de la mujer como una opción despreciable cuando aseguras que "no es una virtud", no se si lo notas, pero me atacas en mi condición de soltera. Lo dije y lo sostengo, yo creo que el matrimonio como la maternidad (o paternidad en el caso de hombres) son opciones de vida válidas, el quiera óptar por ellas que sea feliz y lo haga, lo que estoy diciendo es que no se pueden imponer a razón de que es "el deber ser" porque así nos educó el patriarcado, sino que no casarse y no tener hijos también es una opción. Quisiera yo hablar de 1930, pero son realidades y prejucios en base a estereotipos que aún persisten a estas alturas, 2018, en importantes segmentos de la población, aunque ha habido avances relevantes aún falta mucho por andar. Mi post no es sobre como los hombres también son víctimas del patriarcado cuando se les imponen roles, cuando me encuentro con discursos como estos: "no hay nada que produzca mas satisfacción que el hombre por medio de su trabajo pueda proveer para las necesidades de su hogar, por otro lado no hay nada que baja la auto estima de hombre que siempre tiene a su hogar en escases. Cuando un hombre toma con seriedad su rol de proveedor su hogar será grandemente bendecido.", ratifico que el problema es estructural, sistémico, pero si quieres aclarar cómo los hombres también se rebelan o rechazan ser proveedores u opresores adelante, escribe tú sobre eso, será de gran ayuda, pues vencer el machismo no será posible sin la inclusión de los hombres, sigue siendo un reto universal descubrir también nuevas masculinidades.
Duro con las ideas, suave con las personas. No te ataco no a nadie. Insisto en que la soltería no es virtud, es decir, tampoco defecto. No en ti ni en mí ni nunca ni en nadie porque solo es un estado civil como el matrimonio, en el
que se puede ser o no sexista. Hay una mujer musulmana que hizo un negocio millonario con productos naturales de belleza, creando trabajo para mujeres en zonas pobres. Tiene 14 hijos, está casada y los educa en casa. ¿Y la mujer lesbiana que se casa y adopta? ¿Y el gay que se casa y adopta? No, la soltería ni ayuda no ataca al patriarcado, porque contra lo que hay que luchar es contra los propios valores. Del resto, tenemos un nuevo problema: han sido feministas las que me han discriminado. No a un o una machista -puedes ser mujer machista soltera sin hijos- sino a quien se esfuerza. Por eso yo apoya la igualdad de género, para evitar nuevos excesos.
Duro con las ideas, suave con las personas. No te ataco ni a nadie. Insisto en que la soltería no es virtud, es decir, tampoco defecto. No en ti ni en mí ni nunca ni en nadie porque solo es un estado civil como el matrimonio, en el
que se puede ser o no sexista. Hay una mujer musulmana que hizo un negocio millonario con productos naturales de belleza, creando trabajo para mujeres en zonas pobres. Tiene 14 hijos, está casada y los educa en casa. ¿Y la mujer lesbiana que se casa y adopta? ¿Y el gay que se casa y adopta? ¿No atentan contra el patriarcado? No, la soltería ni ayuda ni ataca al patriarcado per sé, porque contra lo que hay que luchar es contra los propios valores. Del resto, tenemos un nuevo problema: han sido feministas las que me han discriminado. No a un o una machista -puedes ser mujer machista soltera sin hijos- sino a quien se esfuerza. Por eso yo apoyo la igualdad de género, para evitar nuevos excesos.
PD. Lo de científicos y hippies fue una figura retórica. Quise decir, el fastidio de casarse y tener hijos no es un tema de género sino de temor a lo desconocido. No importa tu sexo, género u orientación sexual, si le dices a tus padres que quieres ser patinetero, poeta o bibliotecólogo, van a temer por tu futuro.
El debate que planteo no es sobre si teniendo 14, 13 ó 20 hijos puedes o no ser empresaria, sino las implicaciones sociales que ello supone hoy y que ha supuesto a lo largo de la historia por los estereotipos que se derivan de la ideología patriarcal. Intenta separar patriarcado=hombre cuando interpretas a quién cuestiono (critico la ideología no al ser), por supuesto que hay mujeres machistas, somos todas educadas en regímenes determinados por la ideología patriarcal. Más radicalmente decía Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”. De acuerdo con una Encuesta sobre Uso del Tiempo en la Ciudad de Buenos Aires de 2016, hecha por la Dirección General de Estadística y Censos del Ministerio de Hacienda, las mujeres relegan su desarrollo profesional al no poder cumplir las mismas jornadas laborales que los varones. En promedio acceden a tomar una hora menos que ellos en el trabajo para “ocupar” el lugar construido culturalmente en el hogar y responder a un rol maternal que les es atribuido por la sociedad ante la falta de una “mapaternidad” compartida. Además, trabajan una hora y media más que los hombres en los quehaceres domésticos y en el cuidado de niños/as y ancianos/as del hogar. Según la encuesta del Ministerio de Hacienda, diariamente las mujeres contribuyen con su tiempo un 14,4 por ciento más que los varones al trabajo total, cito estos datos para decir que aunque las mujeres madres de 14 hijos puedan trabajar y tener éxito deben modicar y lidiar con condiciones distintas a las que el sistema patriarcal impone a hombres con 14 hijos. Estas cifras seguramente son alentadores comparadas con las 1930, pero siguen revelando desigualdades. Las mujeres casadas y con hijos se incorporan al mercado de trabajo pero los varones no se incorporaron a la tarea del sostenimiento del hogar, por ello digo que en segmentos importantes de la población los varones aún casados y con hijos mantienen algunos compartamientos de soltero, lo que les favorece para seguir ocupando cargos de decisión en empresas e instituciones (espacios de poder), las mujeres solteras que viven en condiciones similares, en cuanto a cargas por cuidado de hogar, aumentan sus posibilidades de optar por esos cargos, de ser consideradas y finalmente acceder a ellos, convirtiendo este en uno de los espacios donde desafía la propuesta del sistema patriarcal. En primer lugar obliga un nuevo relacionamiento hombre - mujer en espacios de desarrollo profesional, en espacios de decisión, con algunas ventajas (por los datos revelados en la encuesta) sobre quienes aún pagan las consecuencias de las diferencias que impone la creencia de que el cuidado es un asunto exclusivo de las mujeres. Desafía el patriarcado porque no obliga a asumir el rol principal que se atribuye a la hembra que es reproducir la raza humana y cuidarla, sino que lo ve como una opción que puede tomarse o no, lo que lleva a redimencionar el asunto, ampliando las posibilidades para toda mujer indistintamente de su estado civil, pues ayuda a evidenciar que lo público también puede ser asumido por mujeres algo que niega el patriarcado, por ejemplo. Y por ello se estigmatiza. No se trata de que ahora todas las mujeres sean solteras y no tengan hijos para que puedan trabajar sino que tengan la libertad de escoger, lo que digo es que los avances de las solteras combaten otros mitos sobre los que se imponen desigualdades, mientras las madres, esposas, trabajadoras suman su parte en la lucha por que eso no sea impedimento para su desarrollo pleno. Para mí no son excluyentes los aportes, si no complementarios.
Interesante aunque creo que faltó decir "generalmente". Porque la soltería masculina no es un comportamiento, sino también una construcción social sobre la que hay prejuicios. No hay que ser un Charlie Harper o un picaflor. Se puede ser soltero y cuidar a tu mamá, pero comprendo la idea. Insisto entonces que lo que combate al patriarcado es otra cosa y no un estado civil. Los ejemplos que cité lo hacen, porque retan la idea del rol de género impuesto. Ahora, el texto original no se acerca a reflejar esto no equilibra: hay un sistema de derechos en Argentina mucho mayores que en sus vecinos. Y tampoco asoma que el patriarcado como sistema se puede combatir en muchas formas. Y que una soltería puede colaborar y mucho.
Yo pienso que cada persona vive lo que le toca vivir, nadie escoge ser soltera o casada, lo que pasa es para llegar al matrimonio se debe estar muy pero muy enamorada, he allí el dilema sí esa persona no ha aparecido en nuestra vida, puede ser que edad tardía, madura aparezca. Siempre he dicho Dios tiene el control de mi vida y lo que digan o piensen los demás poco importa. Te recomiendo que sigas adelante, porque sí hay algo que hacemos las solteras y que nos hace sentir muy bien es cuidar a nuestros padres cuando se enferman.sin restricciones, ni permisos impuestos.
Ama y se feliz @iracosvi... a veces la sociedad ejerce una presión con una razones estúpidas. A veces, los casados desearíamos estar solteros y solteros casados.
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