Jacobo Köller, el dueño de una modesta fábrica de calcetines, arrastra una vida gris y de una monotonía asfixiante. Su relación con Marta, su empleada de confianza, es estrictamente laboral y está marcada por el silencio y la rutina. Esta monotonía se ve súbitamente amenazada por el anuncio de la inesperada visita de Herman, el hermano de Jacobo, que vive en el extranjero, y con el que ha perdido contacto desde hace años. Es entonces cuando Jacobo le pide ayuda a Marta para afrontar una situación tan incómoda. Tres personalidades aparentemente inofensivas: tres clases de soledad.

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Película Uruguaya de renombre internacional, Whisky consigue ser entretenida entre su forma de película latinoamericana para festivales. En ella nos encontramos tres personajes: Jacobo, Marta y Hernan, los tres delineados tan claramente que la intervención del uno sobre el otro genera cambios que nos mantienen al filo de la historia. Jacobo es un hombre imperturbable, Marta una mujer sumisa y Jacobo un hombre que vive de recuerdos. Lo que realmente me llama de esta película es la condición de Marta, intrasformable por ella misma pero tan manipulada por estos dos hombres, son ellos los que despiertan ciertos deseos prohibidos en Marta, para quedarse finalmente en el silencio, en aceptar cosas que realmente no quería aceptar y entenderse nuevamente sola, poco actúa sobre sí misma. De hecho, la única decisión que toma por su cuenta es recompensada materialmente de una manera que le cambia la vida, aunque realmente no lo sabemos.