Ragnarok Conspiracy 31/44 | En españolsteemCreated with Sketch.

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Parte IV


31

Sueños ajenos

Cinturón de radiación Van Allen externo

Robert observaba al monitor de radiación. Era como si la radiación Van Allen ni siquiera estuviese ahí. El Papel-G estaba funcionando, en serio estaba funcionando, incluso mejor de lo que había esperado. Robert revisó su navegador, ya se encontraba en el cinturón Van Allen, ¡Pero no estaba bien! Estaba muy fuera del curso, no iba camino a la luna en lo absoluto ¿Cómo pudo eso pasar? Robert trataba de evitar caer en pánico, las lecturas de su navegador cambiaron y se sintió realmente pesado, como si le presionaran contra el asiento.

"¡Imposible!"

En tan solo segundos, la cápsula lunar de Robert había corregido su curso. Su cápsula parecía haber acelerado, y parecía seguir acelerando a un ritmo que no era físicamente posible. A ese paso el viaje tomaría sólo… Robert sintió el pánico atacándolo y trataba de razonar cómo hacer desacelerar su cápsula para no estrellarse contra la luna a una velocidad indescriptible, de pronto sintió cómo la aceleración se detuvo abruptamente. Estaba sin peso de nuevo. Su cápsula estaba girando, luego sintió una nueva aceleración, pero no lo era. La consola del navegador reveló que la nave había girado ciento ochenta grados y ahora estaba desacelerando a 2,7g. Era casi como si la nave, su cápsula, respondiera a sus pensamientos, como si la estuviese manejando con su mente.

El recuerdo de una voz amigable:

“¡Cálmese, joven piloto!”

Robert no podía pensar correctamente, su mente estaba confusa. ¿De cuándo era ese recuerdo? ¿Quién le había llamado “joven piloto”? era como el recuerdo de un sueño, del tipo que tratas de aferrarte desesperadamente, tratando de recordar el sueño pero mientras más tratas más rápido se desvanece.

Pero ahora, de algún modo, las cosas no se sentían raras. Robert se sintió uno con su cápsula espacial y todo marchó bien, la nave repitió la misma maniobra que antes, pero Robert sintió que lo controlaba, “él” estaba navegando la nava con su mente, tenía el control. No, no del todo, era como si Robert fuese el navegador, no el piloto, pero no había nadie más ahí. Robert de pronto se dio cuenta de que nada de eso era real, era un sueño, un suelo lucido. Un sueño sobre una aventura de hacía mucho, Robert sabía que había estado ahí antes, había revivido su viaje a la luna cada noche desde que había vuelto. El viaje entero. Pero su mente estaba confusa. ¿Por qué tenía miedo ahora? Algo aguardaba adelante, algo que no quería soñar, pero a pesar de haber estado soñando lo mismo cada noche, no podía recordar que vendría luego de ese increíble terror.

Justo cuando Robert finalmente sintió que estaba a punto de recordar, un destello de cosas por venir, una silueta amenazante de lo que parecía casi como una especie de perro destelló frente a él. En ese momento, su sentimiento de miedo cambió, el miedo se volvió ira, pero la ira no era suya. Frustración, pero la frustración no era suya. El piloto, o no el piloto. La nave, o no la nave. Eran hermanos. Robert sintió que se ahogaba en emociones que no eran suyas. Su nave, pero no su nave, era un hermano para Robert según lo que recordaba, pero no recordaba que había delante. Robert había soñado este sueño muchas veces pero sabía que hoy sería diferente, muy diferente. En un sentido, se sentía más surreal que cualquier otro sueño que haya tenido jamás. Pero entonces, parte de eso, sus lazos con su nave se sentían tan reales de una manera que no podía ser descrita con palabras.

“¡Gramática!”

Otro destello de un recuerdo que no terminaba de atrapar.

El brillo de la luna comenzó a llenar toda la pantalla de Robert… o de la nave, era difícil en dónde terminaba Robert y comenzaba la nave. Repitió la maniobra que había hecho unas cuantas veces ya. Miedo, Robert se dio cuenta de que no había estado concentrado en navegar, se había estado distrayendo. Iban demasiado rápido, iban a estrellarse en la luna. Era sólo un sueño, pero no lo era. Una voz amenazante en la mente de Robert bramó como el trueno, hablando en una lengua alienígena que Robert entendió. Recordó.

"Oh, ¡Dios!"

Robert lo recordó todo. ¡Su sueño! ¿Qué había hecho? ¡Su sueño! ¡Su pesadilla! Había guiado a la nave no sólo fuera de la zona peligrosa de la escombrosfera, como le había pedido Azraella, sino que con su sueño la había guiado hacia la luna, hacia el Mar de la Tranquilidad. ¡Hacia el monstruo Fenrir!

"¡No no no no!"

Robert se sintió volviéndose pesado, se sintió siendo presionado contra su silla más fuerte que antes, mucho más fuerte. Instintivamente, Robert miró a su navegador: 5,3g. Pero luego se dio cuenta de que su navegador era sólo un sueño. ¿Lo era? Entonces se había acabado ¿¡Ningún choque!? Aun así sintió su cuerpo, su cuerpo real, doliéndole mucho, ¿Por qué no había despertado? ¿En dónde estaba ella? ¿Por qué no la sentía en su mente? La mente de Robert trataba de buscar frenéticamente a Azraella en aquella extraña realidad de sueños. Cerró los ojos para poder concentrarse.

"¿Dónde estás, Azraella?"

Nada, pero entonces Robert abrió sus ojos, ella estaba allí ¿Ahí? ¿Dónde estaban ahora? La cápsula lunar de Robert se había ido. Estaba dentro de un extraño sistema de cuevas. Docenas de personas ocupadas y de apariencia alienígena y gris estaban trabajando en algo parecido a una pared de largos cristales blancos diagonales que destellaban entre un extraño brillo gris y un brillante tono que se veía casi luminiscente.

"¿Azraella?"

Una de las pequeñas figuras alienígenas se volteó y lo miró con sorpresa.

"¡No deberías estar aquí, Homo-Sapiens! ¿¡Cómo llegaste aquí!?"

Era su voz, pero la criatura no coincidía con aquella voz. De alguna manera, Robert se había imaginado a la alienígena más como una mujer muy atractiva y femenina. Nada, ni siquiera la estatura de Azraella, daba pistas sobre el género de las criaturas.

"¡Azraella! ¡Tenemos que despertar, Azraella! ¡Estamos de vuelta, estamos en peligro!"

Azraella le miró con sus grandes ojos negros.

"No tengo tiempo para esto, Sapiens. A menos que hagamos funcionar estos cristales, aquellos forasteros… Sal de aquí, Sapiens, Necesitamos terminar con esto."

Azraella se dio la vuelta y dejó a Robert, desapareciendo detrás del cristal.

"¡Azraella!" —gritó— "¡Estamos en un sueño! ¡Nos estrellamos en la luna porque, de algún modo, estamos conectados los tres! ¡Tenemos que despertarnos! Eso o debo volver a “mi sueño” para tratar de navegar lejos de aquí, lejos del lobo monstruoso, ¡Lejos de Fenrir!"

Al Robert decir el nombre del lobo gigante, al menos el que tenía en la mitología nórdica, todas aquellas criaturas grises voltearon hacia él. Una fracción de segundo después Azraella reapareció de detrás del muro de cristal. Un muero que no sólo había dejado de parpadear, sino que ahora emitía una luz blanca de los cristales.

"¿Hrôðvitnir?"

Al decir Azraella aquel extraño pero familiar nombre, una sección del muro de cristal comenzó a emitir pulsos rojos, incluso más brillantes que el blanco alrededor, y un negro profundo. La rojinegra sección pulsante del muro creó una sección casi circular, dentada, de unos seis o siete metros de alto. Una voz estruendosa diferente a la de la nave vino de la sección pulsante del muro. El lenguaje era diferente y Robert no lo entendió, pero sí la gramática. Las emociones que expresó sólo con la gramática, eran las mismas que las del lenguaje que hablaban él y la nave. Luego, una segunda voz estruendosa que reconoció como la de la nave, estaban peleando verbalmente. Lo que sea que se estuvieran diciendo, Robert no lo sabía, pero la gramática revelaba que ni la nave ni el dueño de la segunda voz estaban felices o siendo amistosos. Entonces Robert se dio cuenta de a quién le pertenecía la segunda voz, era Fenrir, el monstruo.

"¡Azraella!"

Azraella miró a Robert intensamente.

"Azraella, debemos despertar, debes despertarnos. Estamos aquí, Azraella, estamos en la luna, ¡Y va a destruir nuestra nave!"


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